Víctor Alvarado ( publicado en Diario Ya)
No suele ser habitual que un escritor adapte su propia novela, transformándola en película. Éric Emmanuel Schmitt debe ser la excepción que confirma la regla, pues este autor traslada a la gran pantalla su texto, Óscar y Mamie Rose, porque no era gratificante para él que alguien pudiera tergiversar su mensaje, así que se puso a los mandos del proyecto.
Cartas a Dios (2009), coincidente en el planteamiento con Vivir para siempre (2010), nos cuenta los últimos días de un niño, llamado Óscar, que tropieza con una mujer malhumorada y de vuelta de todo, que se terminará convirtiendo en el pilar en el que ese pequeño se apoye para superar sus dificultades, ya que sus progenitores son incapaces de comunicar a su hijo la fatídica noticia.
En general, las obras de este novelista-cineasta han sido bien adaptadas al cine como es el caso de la interesante Ibrahim y las flores del Corán (2003), un relato que al igual que el de la película en cuestión, corresponde a una forma de entender el mundo que analiza lo invisible (corresponde a grupo de relatos que reciben el nombre de El ciclo de lo invisible) y recuerda por sus toque mágicos y por la esencia de su mensaje a Antoine de Saint-Exupéry en El principito. Y es que la clave para entender el porqué la película trata el tema de la muerte de esa manera y no de otra se encuentra en la cristiana conversión del realizador Éric Emmanuel Schmitt. Por tanto, el autor ha pretendido que reflexionemos sobre los diferentes modos que tiene el hombre de afrontar el dolor ante una grave enfermedad.
Por otro lado, es importante que el público sepa que la película es bastante divertida y la idea que nos quiere transmitir se encuentra repleta de esperanza, pues el personaje de Rose, excelentemente interpretado por Michèle Laroque, conocida por su trabajo en Mi vida en rosa, ayuda a su compañerito a descubrir la trascendencia, explicándoselo en una capilla frente a un crucificado, mientras el niño se pregunta cómo Dios permite el sufrimiento de las personas y ella le sugiere que el ser superior en el que ella cree sabe lo que significa sufrir por los sufren. Por otra parte, Rose asume el rol materno que recuerda y parece un guiño hacia la relación que establecen el anciano Carl y el pequeño Russell en la oscarizada cinta de animación, Up (2009), aunque este personaje (Rose) se ve obligado a mantener la distancia adecuada en el momento en el que los padres asuman sus obligaciones.
Cambiando de tema, algunos críticos tildan a la cinta de edulcorada y puede que tengan razón. Sin embargo, creemos que el director trata de introducirnos en la mirada y los pensamientos del niño a través de la sabia imaginación de la vendedora de pizzas y protagonista.
Además, este film hace un recorrido por las etapas por las que pasa un hombre desde su nacimiento hasta su fallecimiento, que está muy logrado y contado con gran sencillez y gran sentido del humor como por ejemplo la inocente historia de amor del protagonista.
Como dato curioso, nos parece llamativo que Max von Sydow que, con Ingmar Bergman, fue el representante de las dudas existenciales, en este caso, y al final de su carrera, participe en una producción que confía en la providencia.
Finalmente, resulta fatigoso la reiteración de algunas de las escenas que pueden cansar al espectador,
Por último, observamos que existen algunos críticos que ven como un defecto su optimismo o luminoso final