Título: Cartas a SiracusaAutora: Lucía FeliúEditorial: Almuzara, 2015Páginas: 376.
Resumen oficial.
Cuando Ángela Blanco, bióloga del CSIC, acepta participar en la investigación de tres corposantos a petición del Vaticano, no puede imaginar a qué tendrá que enfrentarse.
Ya en la Ciudad Eterna, conocerá a sus otros compañeros: Francesco, un entrañable sacerdote, arqueólogo de profesión, y Olivier, biólogo francés, divertido y espontáneo. Sin embargo, pronto chocará con la arrolladora personalidad de su nuevo jefe, el doctor Teo Valdés, un profesional de prestigio al que admiraba desde sus años de facultad.
Ángela, de vida solitaria y volcada en su trabajo, descubrirá en Valdés a un hombre que le provoca sentimientos encontrados. Pero el reto profesional que les exige la investigación en Roma tampoco la dejará indiferente. Ella y sus compañeros deben confirmar la identidad de tres mártires de los primeros siglos del cristianismo. El trabajo, en un principio asequible al equipo de científicos, comienza a complicarse inesperadamente. El hallazgo de una carta escrita por un cristiano del siglo II a su hijo, en Siracusa, les llevará a embarcarse en una investigación paralela a la encargada por quienes les contrataron.
La desconfianza hacia sus patrocinadores aumenta a medida que van desentrañando datos del autor de la carta. Pero lo que desconocen es que ese incansable empeño por descubrir la verdad les arrastrará hacia un peligroso callejón sin salida.
"Cartas a Siracusa" seduce desde la primera página. A la novela de intriga, en la que se concitan la aventura y el suspense, se une una historia de amor vivida intensamente por sus protagonistas. Lucía Feliú ha sabido aunar la aventura con la documentación confiriendo a la novela el interés preciso para llevar al lector hasta el desenlace sin apenas sentirlo.
Impresión personal.
Que ciencia y religión se unan en la trama de una novela llama, sin duda, mi atención y mi curiosidad, entre otras cosas porque ya se le presupone misterio, ocultaciones e intrigas de parte casi siempre de la Iglesia, para que realidades científicas no sean reveladas a sus creyentes. Por eso cuando leí la sinopsis de Cartas a Siracusa me sentí irremediablemente atraída por la novela. Y tengo que reconocer que no me ha decepcionado en absoluto.
He disfrutado mucho con esta novela. La trama me ha resultado muy interesante, en especial la investigación que desarrolla el equipo formado por Ángela Blanco, bióloga del CSIC y Oliver, biólogo francés también como ella, Teo Valdés, jefe del grupo, forense y antropólogo y Francesco, un sacerdote entrañable y un verdadero sabio. Aunque a veces la investigación se ralentiza por las explicaciones de uno u otro personaje, la verdad es que yo he disfrutado del conocimiento que transmiten en cada una de ellas; no se me han hecho en absoluto aburridas o fuera de lugar. Quizás de toda la trama, que está perfectamente hilvanada, lo que más me ha sorprendido es la parte final por inesperada y quizás excesivamente espectacular para el carácter que tienen gran parte de los investigadores. MIentras que Teo Valdés es también un deportista nato porque practica habitualmente deporte, me ha resultado un tanto forzado que, por ejemplo, Ángela, que es rata de laboratorio pudiera conseguir las azañas físicas a las que obliga el cierre de la novela. Pero, ya digo más sorprendida que otra cosa. En general, me ha resultado una temática muy original y una novela muy bien hilada donde al final todas las piezas del puzzle encajan perfectamente a pesar de los giros que va dando la investigación y los hechos que acontecen alrededor de ella.
A través de Ángela conocemos al resto de personajes. Teo Valdés, su atractivo y cautivador jefe, carismático y muy serio en todo lo que concierne a su trabajo, con un pasado muy duro de pérdidas familiares que lo han marcado en sus relaciones personales. Si se pudiera traer a la realidad la ficción, yo diría que me encantaría poner un Teo Valdés en mi vida por una temporada. Otro compañero es Olivier, un francés cercano y gracioso que siempre da el toque de humor a sus explicaciones; abierto, leal e imaginativo en muchas ocasiones rompe los silencios y las dudas que pueden darse en el grupo; y Francesco, un sacerdote entrañable y erudito, consciente de los entramados oscuros de la Iglesia, que no duda en investigar hasta el final la trama que se les presenta tan enredada a pesar de los poderes que pueda haber detrás de todo.
La novela nos lleva de forma muy gráfica por varios lugares como Madrid, Roma, Zahara de los Atunes, Turquía. Una novela muy movida como vemos, que además comienza en un presente, nos lleva al pasado y continúa donde la dejamos al principio. Todo ello escrito con un ritmo ágil y continuo, un lenguaje claro, incluso en las partes más científicas, y algunas partes de descanso cuando se toca la parte romántica entre Ángela y Teo.
En conclusión, una novela con una mezcla de componentes que te mantiene pegada a su historia (aventura, intriga y misterio, historia, romance), que resulta muy entretenida y que se lee con mucha soltura gracias a una lenguaje claro y ágil.