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Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso.

Publicado el 25 junio 2010 por Icíar
Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso.
Escritor: Miguel Delibes.
España, años 80. Un periodista jubilado de 65 años, soltero o solterón, vosotros diréis y virgen, lee en la sección de contactos de una publicación, lo siguiente:
«Señora viuda. De Sevilla. 56 años. Aire juvenil. Buena salud. 53 kgs de peso y 1,60 de estatura. Aficionada a música y viajes. Discreta cocinera. Con caballeros de hasta 65 años, similares características»
A raíz de este anuncio, se inicia una continuada correspondencia entre ambos durante más de un año.
El libro es la colección de las cartas que él le va mandando a ella, y a través de ellas te vas haciendo una composición de las personalidades de los dos personajes, sobre todo la de él.
En estas cartas, monólogos del pensamiento de este señor tranquilón y tan redichito, va desvelándonos su personalidad, sus gustos, su forma de ver la sociedad de antes y de ahora, su pasividad y acomodo ante la difícil situación de las mujeres de su familia y la sociedad en general, la historia de su  ascenso laboral, los cambios tecnológicos…. El libro se disfruta, resulta ameno, y en más de una ocasión te quedarás perpleja con el personaje. Es que Delibes escribe tan bien.
Conforme crece el interés en él, el interés de la señora se va enfriando, pero es que ¿se puede «ligar» así?:
«De sus brazos desnudos, y especialmente de su cuello, infiero su buena calidad de carne. Yo antepongo a todo la calidad de carne. La calidad de carne es esencial en una mujer, y especialmente en una mujer madura» «Exijo mucho del físico de una mujer, tal vez demasiado. Instintivamente lo antepongo a otros valores y cuando prejuzgo que una fémina «vale poco» me estoy refriendo exclusivamente a sus cualidades externas, a su físico» «En los varones, pienso yo, eso no tiene importancia. Lo que hay que mirar en un hombre es lo que hay dentro de su cabeza, lo demás es secundario»
Ignoro si el objetivo de Delibes al construir a este personaje era el que, a mí al final me produjo. Pasé de la simpatía, hasta gradualmente no poder evitar exclamar ¡menudo cretino!, y tacaño psicológicamente o ¿será sólamente una percepción mía y este sexagenario es en reallidad entrañable? Vale la pena comparar reseñas solamente para ver esto. En fin de momento me quedo con la duda.
El final es totalmente imprevisible, no muy creíble para mi gusto, pero tiene desde luego mucha gracia.

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