Pasan por ser un monumento de la literatura epistolar amorosa. Las relee Marai en sus últimos años de vida (por esto llego a ellas). Yo no las he encontrado para tanto. Expresan bien la locura del enamoramiento, ante el que todo cede e incluyen alguna que otra lección interesante (“me érais menos querido que mi pasión”), pero no me parece suficiente el tono ardiente y apasionado para calificarlas de joya de la literatura.
Casi siempre que hay mucha historia extratextual (¿fueron realmente escritas por ella, o por Guilleragues, responsable de la edición francesa?) cabe sospechar que el libro no se sostiene mucho solo. Todo esto, además, sin olvidar lo insensato de toda la historia.