Última carta
Fecha: 23 de abril del 2014.Asunto: sentimientos que no puedo callar.
Mi querido amigo desconocido. Ya ha pasado más de un año que comenzamos esta amistad por medio de cartas, —para serte sincera has sido un magnifico amigo todo éste tiempo—. No, que digo un amigo, la verdad es que hacía ya mucho tiempo que yo ya no te veo como un amigo. Para mí te has convertido en alguien muy importante.Tus palabras han sido tan especiales a través de este año, que me atrevo al fin, decirte mis sentimientos que he mantenido oculto en lo profundo de mi corazón. Ahora me dirijo a ti, no como una amiga, sino más bien como una enamorada. Sí, estoy enamorada de ti, —a pesar de que ni siquiera te conozco— pero la vida nos da muchas sorpresas, y ahora mismo estoy tan enamorada de ti, como el olor de las flores que se impregnan en las fosas nasales, dejando un rastro de un olor dulce y delicioso. Tal vez esta carta te cause una impresión que nunca esperaste, pero ya no puedo seguir ocultándote mis sentimientos, ahora que sé que tu noviazgo con Lucia tuvo su fin y, que no hay nadie en tu vida amorosa, fue que me atreví a desvelarte mis sentimientos. Te pido, que si tú, sientes lo mismo que yo, me lo confieses por medio de una de tus cartas, esas cartas que me enamoraron sin siquiera saberlo. Espero con ansias tu respuesta, por favor no tardes en responder, ya que mi ansiedad me puede volver loca.Tuya. La señorita Dulce.
Ya habían pasado dos semanas desde que le había enviado esa carta. Y él ni siquiera me respondió. Tal vez no debí haber mencionado mis sentimientos hacia él. Pero qué más podía hacer, ya no podía luchar con lo que sentía, ya no quería seguir callando, y si lo hacía, mi corazón iba a explotar. En lo único que he pensado todo éste tiempo ha sido en él, aunque no lo conozca personalmente, ni tenga una fotografía para saber cómo es. Tampoco sé su nombre. Sólo lo conozco por amigo desconocido y él a mí por la señorita dulce. Pero a pasar de eso, nos conocemos el uno al otro muy bien, siempre fui sincera al contarle sobre mi vida, y él también hizo lo mismo. Sobre todo. Su relación caótica con su ex novia Lucia, ella era una mujer muy manipuladora e histérica que siempre se la pasaba discutiendo con él. Pero, tan sólo me bastó leer sus lindas palabras en cada una de sus cartas para quedar absolutamente enamorada de mi amigo desconocido. Cuando comenzamos a escribirnos por primera vez, fue a través de mi blog de recetas de cocina, pero no piensen que soy una chef. Al contrario, tengo una florería ―Le Fleur du le amour―. Ese es el nombre de mi florería. La cocina es sólo un pasatiempo. Mi amigo desconocido era seguidor de mi blog, después de un tiempo nos dimos nuestros corres electrónicos personales y tuvimos una linda conversación por emails durante unas tres semanas. Pero luego le comenté que siempre había deseado escribir cartas a mano y enviarlas por correo, pero la costumbre se había perdido con el tiempo. Así que desde entonces decidimos que sería mucho mejor escribir cartas a mano; cada semana llegaban dos cartas que recibía con mucha alegría. Ya hacia un año que su primera carta llegó a mí con una ortografía muy linda, y así fue como me fui enamorando de mi amigo desconocido, por medio de sus dulces palabras y su hermosa ortografía.Pero desde hace dos semanas que no recibo alguna, la primera semana que pasó, me preocupé. ¿Estará enfermo y por eso no me ha respondido? O pero aún ¿Le habrá sucedido algún accidente y estará inconsciente en algún hospital? Esas fueron las preguntas que me invadían todos los días de la primera semana, pero cuando llegó la segunda semana, ya no me hice ninguna pregunta. Porque me llegó un email de él disculpándose por no haberme respondido a mi carta. Fue eso, un email, y no una carta. Y entonces lo supe. Fui rechazada. Y ya no recibiría otra carta. Suspiré de nuevo con la decepción que me rondaba desde que leí el email, y decidí que no volvería a pensar en ello y deprimirme. Terminé de arreglar el último arreglo floral para la fiesta del aniversario de bodas de los señores Palmer, hoy ellos cumplían cuarenta años de casados. Ya quisiera yo cumplir cuarenta años de matrimonio con mi ser amado, pero la suerte nunca ha estado conmigo cuando de hombres se trata. En fin, ya nadie sabrá sobre eso. Subí el último arreglo de flores a la camioneta, cerré muy bien la tienda antes de irme, el señor John pasó junto a mí y me deseó buena suerte con la entrega, le sonreí y le agradecí por ello. Suspiré mirando al cielo que me recordaba a mantenerme firme y seguir con mi vida, sola, al menos hasta que alguien aparezca y borre toda soledad de mi corazón. Caminé hacia la camioneta subí a ella y me puse en marcha.
Cameron.
Cuando bajé del taxi y tomé mi maleta revisé la dirección de la señorita Dulce, la dirección me enviaba a una florería. Por supuesto que ya sabía que la vivienda de ella era el segundo piso del local de su negocio. Cuando estuve frente a la puerta de la florería ―Le Fleur du le amour― me encontré con que estaba cerrada. Miré la hora de mi reloj de mano y no eran más de las tres y media de la tarde, suspiré con decepción, porque creí que le daría una sorpresa cuando me presentara frente a ella y le confesara quien era.Miré alrededor para encontrar un café donde esperar hasta que ella llegara, vi uno del otro lado de la calle dos locales más debajo de la florería. Tomé mi maleta y me dirigí hacia la cafetería. Cuando entré al local tomé una mesa vacía al lado de la ventana en forma de arco, la vista me mostraba la florería de la señorita Dulce así que podría verla cuando llegue. La camarera se me acercó y me habló en francés, arrugué le ceño, si hubiera tomado clases de francés cuando debía no estaría con estos problemas de incomodidad. Levanté la vista a la camarera, que por cierto era muy bonita, le sonreí y ella me sonrió también y luego le dije que no hablaba francés.— ¿Es un norteamericano? —preguntó con el acento muy marcado.— Así es. ¿Habla muy bien mi idioma?— Pues sí, vienen muchos turistas por acá, así que tenía que aprender el idioma.— Es un alivio, —sonreí de nuevo y luego le pedí una taza de café negro y unas galletas con chispas de chocolate. Ella anotó el pedido y dio media vuelta para traerme mi orden. Después de unos minutos ella colocó lo que le ordené en la mesa y con una sonrisa me dijo.— ¿Algo más? —su sonrisa era muy linda.— No. —Miré su gafete para saber su nombre y poder hablarle con más confianza—. Aurélie, ¿cierto? ¿Podría preguntarle algo?— Por supuesto.— ¿Conoce usted a la señorita de la florería que está aquí enfrente —señalé a la florería.— Oh, Irene, por supuesto que la conozco —me acomodé en mi silla con emoción, al fin sabía su nombre. Irene. Era un lindo nombre.— ¿Y, ya hace mucho que la tienda está cerrada? — Lleva un par de horas cerrada, ella tenía una entrega que hacer, creo que dijo que estaría de regreso como a las seis.— Oh, ya veo.— ¿Usted la conoce?— Bueno, de hecho, ésta será la primera vez que la vea ―ella arrugó él entre cejo y yo continué para darle una mejor explicación―. Nos hemos escrito cartas.— ¡Mon diu! Es usted Monsieur amigo desconocido. —me pregunta un poco emocionada.― Sí, supongo que ya ha oído de mí ―comenté curvando mis labios en una sonrisa.― Por supuesto, Irene se emociona mucho cuando recibe sus cartas. ― ¿Ustedes se llevaban muy bien?― Sí, estudiamos juntas en la misma escuela y fuimos compañeras en la misma aula. Somos muy amigas. Pero… ―se detuvo, y esperé a que continuara y cuando no lo hizo pregunté.― Pero. ¿Qué?― Bueno, usted ya no respondió a su última carta, hace dos semanas ―frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos y me miraba con reproche.― Ah, sí. Pero hay una explicación.― Espero que sea buena. Porque ella estaba muy decepcionada. Ya que en su anterior carta ella había confesado… ciertas cosas.― Lo sé. Y por eso estoy aquí, no sabía cómo responder a su carta porque era algo que no podía hacer por escrito, tenía que decirle mi respuesta en persona.― Mon diu ―dijo cubriendo se los labios con su mano― ¿Usted ha venido a?― A responder su carta ―dije con confianza. Aurélie sonrió y asintió con la cabeza, se retiró para seguir atendiendo a otros clientes y debes en cuando me miraba y sonreía, de seguro estará imaginando la reacción que Irene tendrá cuando sepa quién soy.Las tres horas faltantes fueron muy largas para mí, y cuando observé una furgoneta estacionar frente la florería y una mujer rubia muy atractiva salió de ésta supe de inmediato que era Irene.Aurélie se acercó a mí con una sonrisa y me confirmó lo que ya sabía. Me puse de pie y cancele mi cuenta y me puse en marcha, listo para por fin presentarme ante La señorita Dulce. Cuando llegué hasta ella la salude tratando de que mi voz no sonara muy nerviosa. Ella estaba abriendo la puerta de su local, cuando escuchó mi voz se giró para verme.― Buenas tardes ―dijo en mi idioma con el asentó marcado―. Lo siento, pero ya está cerrado.― Ah, no descuide, no he venido a comprar flores ―aclaré.― Entonces, ¿en qué puedo ayudarle?― He venido a responder… una carta ―ella me miró sin entenderme, pero luego de unos segundo observándome con extrañes, su rostro mostró sorpresa.
Irene.
Cuando llegamos a mi habitación ambos nos besamos de nuevo. Cada latido podía sentirse a través de nuestros cuerpos, lo deseaba y él a mí. Podía sentirlo.Envolvió sus manos alrededor de mi cintura elevándome lo suficiente para que yo enrollara mis piernas sobre su cintura y me cargó hasta llegar a la cama, me colocó con cuidado en esta y luego se colocó sobre mí, sin dejar de besarnos. Mi cuerpo estaba ardiendo por él. Lo necesitaba.Se separó lo suficiente para poder despojarnos de nuestras ropas, uno desnudando al otro, así podíamos disfrutar del toque del otro. En cuanto estuvimos desnudos, él continuó donde nos habíamos quedado, cada beso y caricia me excitaban más.― No tienes idea de cuánto esperé por este momento desde que envié la carta ―mascullé sobre sus labios.― Pues ya no esperarás más ―sonrió dulcemente y luego se introdujo dentro de mí.Nuestros jadeos estaban sincronizados, en cada envestida yo salía a su encuentro, era asombrosamente y magnifico. Por fin mi amigo desconoció ya no era más un desconocido, nuestros destinos escritos ahora estaban unidos. Y luego sentimos el placer abrazarnos al mismo tiempo, sentí como nos conectamos en el momento del éxtasis.
FIN