192 págs.Editorial: ANAGRAMA, barcelona 1993.ISBN: 9788433920638
Primera obra de este escritor a quien hacía mucho, pero mucho, que no leía. Con su estilo ágil y contundente característico. Aquí ya aparecen referentes de sus textos posteriores. Me ha gustado, sobre todo por la sensación nostálgica que me deja.
Será sin duda la última lectura de este 2015, un año muy variado en cuanto a estilos, autores y algún que otro gran descubrimiento. Con mucha menos dedicación a la ficción de lo que es habitual en mí.
A destacar:
El balcón en invierno de Luis Landero, con el que finalizaba 2014 y reseñaba el 1 de enero.
Las tres bodas de Manolita de Almudena Grandes. Con esta escritora (mi favorita) estaré también a principios del 2016.
Matar es fácil de Agatha Christie, desde las calles de Londres, a mi adolescencia y una serie de casualidades, era inevitable volver a sus maravillosas intrigas.
La sangre de los libros de Santiago Posteguillo. Curioso, muy interesante y ameno.
Un millón de gotas de Victor del Árbol. Una grata sorpresa.
A bordo del naufragio de Albero Olmos. Impactante, original.
Un gran descubrimiento. Doce cuentos japoneses. Varios autores. La portada ya es una joya, y el interior, otro tanto.
Canciones para enmarcar de Jaime Urrutia. Páginas repletas de música.
El juego del ahorcado de Inma Turbau. Ejercicio narrativo brillante.
La mejor oferta de Guiseppe Tornatore. Deliciosa.
La mirada de los ángeles de Camilla Läckberg. Cómo me gustó!!!!!
El viento en las hojas de J. A. González Sainz. Relatos rebosantes de belleza.
Prisionero en el paraíso de Arto Passilinna. Siento debilidad por este escritor y su peculiar sentido del humor.
Diario de una abuela de verano de Rosa Regás. Un regalo que dejó muy buenos momentos.
Males de cabeza de Fran Alonso, Algunos de los relatos me fascinaron. Y como todavía no lo había reseñado, aquí va:
Males de cabeza de Fran Alonso
Sé que la locura no es solo una cosa de locos, un desvarío de verdaderos tarados. Desde mi experiencia, me creo en condiciones de asegurar que aquí, en este lugar infernal, si te ingresan con una simple depresión, acabas asumiendo que eres un demente más entre estos trastornados de los abismos, estos perros enjaulados. Yo, de hecho, me esfuerzo día a día para no acabar siendo uno de ellos.
Web de Fran Alonso.
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