Revista Televisión

Cartoon Network cumple 30: ¡Qué historia tan maravillosa! (Podcast disponible)

Publicado el 18 abril 2022 por Queplanetageneroso

Con el diario del lunes, todas las ideas que resultaron exitosas parecen desde el comienzo una mina de oro. Sin embargo, en muchos casos, los grandes sucesos nacen de proyectos bastante más modestos. Un poco es el caso de Cartoon Network, uno de los principales canales de TV infantil de los años 90, pero que había nacido con la idea de ser una mera repetidora de viejas caricaturas.

Comenzó sus emisiones en 1992 y aunque por estos años parece condenado a convertirse en un segmento de HBO Max, tuvo su época de oro como una de las cadenas que revolucionó el entretenimiento infantil de la pantalla chica. No fue el primer canal de su tipo en emitir las 24 horas, pero sí el que apostó todo por la animación: sin programas live action en su grilla, se volcó a los dibujos y rápidamente hizo escuela.

Si no tienen ganas de leer tanto o por algún demencial motivo quieren escuchar mi voz durante una hora y veinte, les propongo escuchar el podcast sobre este tema que acabo de subir a Spotify y Anchor.

Pero empecemos por el comienzo, como debe ser. No, antes digamos otra cosa: la grieta de los dibujos animados existió, existe y existirá, y seguramente al ver de qué trata esta nueva entrada y este podcast habrá quien piense: «Ja! Cartoon fue el mejor canal de dibujitos de la historia». O bien: «Magic era el mejor, papáh», o «prefiero Nickelodeon y su prolijo sello de calidad» o hasta un «aguante Fox Kids, quién te conoce Jetix chatumá». Y así sucesivamente pasando por trasnochadas reivindicaciones al Big Channel o crípticas referencias al primer Discovery Kids. Casi todo niño y niña de los 90 tenía su canal, ese en el que estaba clavado el control remoto, el que se revisaba antes que ningún otro para ver qué programa estaban pasando, al que se le dedicaba más horas que a ninguno.

Yo solo diré que Cartoon Network no era de mis preferidos. Polémico. Lo miré mucho menos que la población promedio, pero reconozco el impacto indeleble que tuvo en el entretenimiento televisivo de la época y me atrevería a decir que fue el canal más influyente de toda la década.

Pero, como decía, comenzó siendo otra cosa. Vayamos entonces, ahora sí por fin, al comienzo de la historia.

Cartoon Network cumple 30: ¡Qué historia tan maravillosa! (Podcast disponible)
Ted Turner y el Capi predicen el saludo pandémico
(Photo by Joe Kohen/WireImage)

En 1991 el magnate Ted Turner, que había amasado su fortuna primero heredando la empresa de vallas publicitarias de su padre, hacía dos décadas que se afianzaba en el negocio de las corporaciones mediáticas. Con el inicio de la nueva década había sido nombrado Hombre del Año por la revista Time y empezó a volcarse al tema del cuidado del medio ambiente para despuntar su faceta de millonario filántropo (pero que no construía parques temáticos de dinosaurios vivoooos).

Bajo esta idea de difundir la ecología es que hace su primera incursión en el mundo de la animación con (ME PONGO DE PIE) la creación de El Capitán Planeta. Sí, el superhéroe aquel que era invocado por un grupo multiétnico de niños a través de unos anillos de poder. La serie de los 90 que acompañaba las aventuras de este héroe un tanto cursi y al que hoy crucificarían por políticamente correcto, fue bastante precursor en instalar la problemática del cambio climático en la TV. Su co-creadora, Barbara Pyle, hizo varios de los personajes inspirándose en personas reales que había conocido en distintas convenciones medioambientales.

Podría decirse que en ese momento a Turner se le encendió la lamparita (de bajo consumo, ba-dum-tssss) sobre la posibilidad de que los dibujos animados fueran un jugoso negocio. Para no tener que empezar con una grilla de programación vacía, Turner hizo lo que todo millonario hace: comprar empresas más pequeñas o que están de capa caída. Así se hizo poseedor de todo el catálogo de Hannah-Barbera, Fleischer Studios, MGM, las viejas caricaturas de la Warner Brothers, el estudio de animación de Paramount y la RKO. Estos significaba que, de la noche a la mañana, podía copar la programación del ignoto Cartoon Network con cientos y cientos de horas de los Looney Tunes, Merrie Melodies, Popeye, Superman, Betty Boop, Picapiedras, Scooby Doo, Supersónicos, El Oso Yogui y mucho, mucho más.

Series bellísimas, bien arraigadas a la cultura mundial… pero ya en ese entonces con bastante olor a naftalina. Era obvio que un canal así no iba a tener muchas chances ante una competencia como la que ya proponía Nickelodeon con sus estudios de Orlando.

La necesidad de empezar a producir historias nuevas, con diseños frescos y modernos, se convirtió en el objetivo principal de CN, que a partir de 1993 empezó a poner sus fichas por animaciones novedosas. Cada vez más y más novedosas.

Cartoon Network cumple 30: ¡Qué historia tan maravillosa! (Podcast disponible)
Moxy murió de camino a su planeta

Ese año estrenaron el primer programa original: The Moxy Show, en el que un personaje animado en 3D presentaba caricaturas clásicas. Sí, se parecía al Poochie de Los Simpsons y, como tal, no tuvo una muy buena recepción y quedó en el camino, pero marcaría el inicio de algo mucho más grande.

Otro nombre propio, junto con el de Ted Turner, que es clave mencionar en el inicio y desarrollo de Cartoon Network, es el de Betty Cohen: la presidenta del canal entre 1992 y 2001. Al igual que su colega la productora Margaret Loesch (pero en la vereda de Fox Kids) fue parte de una generación de ejecutivas que comandaron los rumbos de los canales infantiles de los 90. Cohen tenía experiencia en este tipo de cadenas ya que en los años 80 había trabajado en Nickelodeon, hasta que en el 88 se mudó al Turner Broadcasting System. Poco tiempo después, tras un paso por TNT, sería co-fundadora de CN. Bajo su mando fue que el canal transitó toda su época de oro.

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Betty Cohen con Joe Hanna, haiendo historia.
Credit: Photo by Bei/Shutterstock

El 21 de octubre de 1994 se crearon los estudios de animación de Cartoon Network, inicialmente como división de Hanna-Barbera, y ahí la rueda empezó a girar. Inicialmente el presupuesto era muy bajo, pero con ideas de avanzada. No tardarían en nacer los Cartoon Cartoons: El Laboratorio de Dexter, La Vaca y el Pollito, Las Chicas Superpoderosas (primero traducidas en L.A. como Las Chicas Coquetas ¿?), Johnny Bravo, Ed Edd y Eddie… Este grupo de dibujos originales tuvo su cumbre en 1997 como eje central de Cartoon Network. Su sello y su bandera.

La mecánica de estrenos era vertiginosa: todas las semanas salía un nuevo lanzamiento, mostraban un nuevo piloto, se observaba la repercusión que tenía y, eventualmente, derivaba en el estreno de una nueva serie original del canal. Así, CN se convirtió en un semillero para toda una nueva generación de guionistas y animadores, muchos provenientes de estudios independientes o recién salidos de las escuelas.

CN planteaba un criterio muy abierto. No se trataba de dibujos conservadores ni en tono ni en estilo y permitía que las nuevas series bucearan por el humor sarcástico, absurdo hasta la médula y muchas veces con técnicas experimentales o que no se habían visto todavía en TV.

Para elegir estas ideas millonarias desde Cartoon abrieron un proyecto llamado ¡Qué historia tan maravillosa!. En el marco de esa convocatoria eligieron 48 lanzamientos. Uno de los pilares de este área del canal fue Fred Seibert, presidente de Hanna Barbera a partir del 92. Seibert fue el cerebro detrás de los nuevos lanzamientos, que fueron el resultado final de una selección entre 5.000 proyectos que llegaban de todo el mundo y aspiraban a estrenarse los domingos a la noche en Cartoon Network.

Cartoon Network cumple 30: ¡Qué historia tan maravillosa! (Podcast disponible)
Fred Seibert, el cerebro de Qué Historia tan Maravillosa

El propio Seibert, al momento de recordar qué lo inspiró a hacer esta propuesta y reinvertar la industria de la animación, admitió que lo hizo pensando en el espíritu de aquellos primeros Looney Tunes. De hecho, existe un hilo conductor entre ese polvoriento catálogo de antiguos dibujos y esta nueva generación de cortos rupturistas. Y era, justamente eso, la ruptura. Los Looney Tunes en su momento habían pateado el tablero y sido la respuesta rebelde, descarada y un poco más violenta a la solemnidad de, por ejemplo, Disney. El uso del humor más pasado de rosca que los exponentes de la competencia y la decisión estética de romper, también, con el estilo más tradicional de la animación estadounidense fue algo que Cartoon tomó como norte.

La particularidad de estos 48 proyectos elegidos era que, en su puesta en marcha, los ejecutivos del canal no tenían prácticamente injerencia. Los artistas eran libres de realizar lo que quisieran y cada etapa de la producción, incluida la música, era hecha por personas ajenas al canal (o en los tiempos libres de sus novatos empleados). ¿Mano de obra barata? Tal vez, pero también una envidiable vidriera al mundo pre-internet.

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William Hanna y Joseph Barbera (sí, por si recién te estás dando cuenta, Hanna-Barbera no era una señora muy prolífica del ambiente de la animación, sino una empresa fundada por ellos dos) eran los padrinos del proyecto. Podría decirse que el puente entre esos viejos programas infantiles y esta nueva generación de animaciones se dio con Dos Perros Tontos, uno de los proyectos «modernos» en los que se embarcaron Hanna y Barbera, ya bajo el ala de Cartoon Network.

Los estrenos tenían lugar en el famoso World Premiere Toon (que más adelante pasaría a llamarse Que Historia tan Maravillosa El Show, como el proyecto en sus orígenes) con el Fantasma del Espacio como presentador del lanzamiento en el marco de su late show, de Costa a Costa.

Además de los programas que se convertirían en el catálogo oficial del canal, allí se estrenaron Yuckie Duck, Hard Luck Duck, Shake & Flick, The Fat Cats, Pizza Boy, entre muchos otros. Hasta Dino, la mascota de los Picapiedras tuvo su debut solista. Recomiendo hacer un repaso por todos estos cortos para desbloquear recuerdos.

Que Historia tan maravillosa tuvo una segunda vuelta hacia finales de los 90 y otra vez fue el puntapié de series que después tendrían un recorrido extenso en el canal, como Mike, Lu y Og, Las sombrías aventuras de Billy y Mandy, Sheep en la Gran Ciudad y Los Chicos del Barrio.

Sin dudas el pionero en gran parte de todo este éxito fue El Laboratorio de Dexter, la primera gran comedia creada por Tartakovsky con base en ideas que había tenido para cortometrajes de su época de estudiante. Estrenó cuatro cortos a partir de 1993 y la excelente recepción animó al canal a producir la serie entera. Tartakovsky se mantuvo al frente hasta que decidió renunciar para dedicarse a sus siguientes éxitos: Samurai Jack y Star Wars: Clone Wars. Más acá en el tiempo, en 2019, estrenó su maravillosa y degarradora Primal.

Si bien la libertad creativa era el estandarte de la compañía, hubo capítulos de Dexter y otras varias series que se consideraron demasiado fuertes o controvertidos y fueron finalmente censurados. No dejaban de ser canales infantiles y la experimentación tenía un límite.

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A la par de estos proyectos, Cartoon siempre mantuvo al aire clásicos como Johnny Quest, Scooby Doo (desde sus encarnaciones más clásicas hasta series modernas), Tintín y rápidamente incursionó en el mundo del animé.

Algo muy divertido que hacía el canal era «juntar» estas dos generaciones de dibujos animados en separadores cómicos que se emitían en las tandas publicitarias y donde se permitían reírse de ciertas incongruencias lógicas de las series animadas. Seguramente recuerden la mesa de actores secundarios o el monólogo de Fred atendiendo a quienes cuestionaban su outfit de chomba y pañuelo al cuello.

Las Chicas Superpoderosas fueron otra serie sello de los años 90 en Cartoon. Su creador Craig McCracken venía puliendo el proyecto desde sus años en la universidad y había hecho el cortometraje Whoopass Stew!. Rebautizado con el título final que tendría el programa, lo presentó a Cartoon, gustó y le produjeron dos cortos en 1995 y 1996 para ¡Qué Historia tan Maravillosa!.

En el 98 se convirtió en la cuarta serie elegida para quedar en el staff permanente del canal y fue todo un boom. Como casi todas estas series, las Powerpuff tenían varios niveles de humor y muchos guiños al público adulto. Inspirado por el tokusatsu (las series japonesas de ciencia ficción que también se usaron, pero de forma más burda, para los Power Rangers), el programa era efectivo a todo nivel: dinámico, gracioso, rápidamente identificable. Un éxito asegurado.

Se dice que el diseño de los personajes surgió de una tarjeta de feliz cumpleaños que McCracken le dibujó a su hermano. Incluso llegó a presentar el proyecto en Nickelodeon, pero en ese canal eran muy celosos con la bajada de línea de no-violencia en sus producciones, por lo que le cerraron la puerta. Mientras daba sus primeros pasos como animador en Hanna Barbera se abrió la convocatoria de Que Historia tan Maravillosa y McCracken probó suerte. Trabajando a dos puntas para presentar el proyecto propio mientras era director de arte de Dos Perros Tontos, llegó con los deadlines y lo demás… es historia.

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O no. En realidad, a Las Chicas les fue muy mal con las pruebas de audiencia y en un principio CN lo mandó a la papelera de reciclaje. McCracken se puso a trabajar con los proyectos que sí habían sido seleccionados (Dexter, Johnny Bravo y La Vaca y el Pollito) y fue así como los ejecutivos decidieron darle una nueva oportunidad. Con toda esa experiencia a cuestas, el animador pulió todos los aspectos de su proyecto y salió a la cancha con un programa mucho más efectivo.

En paralelo Johnny Bravo tiene un origen parecido, en la etapa estudiantil de su creador Van Bravo Partible (sí, ese es el apellido del creador de Johnny Bravo, el chiste se cuenta solo). Cuando Mr Partible (es inevitable) pensó su tesis de animación hizo  Mess O’ Blues, con un protagonista que era la combinación de Elvis y James Dean. Fue su boleto de entrada a Hanna Barbera, donde empezó como una suerte de pasante y desarrolló el piloto de Johnny Bravo para Qué Historia Tan Maravillosa. La percepción de los ejecutivos fue heterogénea, pero cuando parecía que Johnny Bravo quedaría en el tintero, el sector femenino de la cúpula de producción le dio el visto bueno. Para Partible tenía que ver con que «todas las mujeres han conocido Johnnys Bravos y pueden identificarse con las situaciones del programa».

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La otra serie que salió de este semillero fue La Vaca y el Pollito, quizás la más delirante y desquiciada de todo el menú. Partía de la premisa de dos hermanos, una vaca y un pollo, que viven con sus padres humanos y se enfrentan a un demonio. Sin más. El creador, David Feiss, sacaba muchas de las situaciones y reacciones de este par de hermanos de observar la interacción entre sus propios hijo (que, hasta donde imaginamos, son humanos).

La influencia obvia para este programa fue Ren & Stimpy, donde Feiss había trabajado poco antes de lanzarse a Qué Historia tan Maravillosa. Con los tiempos de entrega muy escuetos, Feiss se apuró a escribir una idea basada en el cuento de antes de dormir que había a su vez inventado para su hija unas noches antes. Pero no todo en la vida de Feiss era delirio absoluto, ya que mientras terminaba el piloto de la Vaca y el Pollito también trabajaba en Todos los Perros Van al Cielo 2. Para el propio Feiss fue una sorpresa que le aceptaran la idea, considerando que había menciones a tabaco (aunque en ese momento no era muy problemático) en niños y a cuerpos desnudos. Feiss estuvo al frente de la serie por mucho años, proyectó una película que nunca vio la luz, se pasó de rosca con chistes inadecuados, pidió disculpas y, como si fuera poco, trabajó en biología molecular y participó en el descubrimiento de la técnica PCR, método utilizado para la detección del covid en la reciente pandemia. De verdad. Hace poco fue parte de La Vida Secreta de tus Mascotas 2. Un tipo especial.

Como toda historia, tiene su desenlace y los estudios de Cartoon Network cambiaron en 2001 a partir de la muerte de William Hanna y el cierre de Hanna Barbera, que pasó a ser parte de Warner. Con una nueva generación de Cartoon Cartoons, la cadena tuvo una buena primera década del siglo XXI, pero llegando a la actualidad, el canal fue retirado de la mayoría de las grillas y sumado a HBO Max como segmento infantil/retro (y en ese streaming pueden encontrar la mayoría de los programas antes mencionados). Quién nos quita lo bailado.

¡Que la Fuerza te acompañe!
=Malena=


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