La Navidad es sinónimo de mercadillos, luces y alimentos típicos como el turrón y hablar en Madrid de estas dulces tabletas es hacerlo de Casa Mira, un establecimiento centenario que se mantiene a pie de cañón desde hace siglo y medio en la carrera de San Jerónimo. Haciendo las cosas igual que cuando nació, ahí radica su gran secreto.
Descendiendo por la bulliciosa Carrera de San Jerónimo nos encontramos con dos de los establecimientos con más solera de la capital, Lhardy y Casa Mira. Ambos son evocación de tradición y arraigo. Hoy nos detenemos en los apetitosos escaparates de esta segunda, donde la caoba y la madera deja espacio a turrones, mazapanes y dulces de todo tipo. Sun duda, uno de los muchos paraísos de golosos que alberga Madrid. Un lugar que, cada vez que las Navidades se acercan, ve como las colas y el gentío se agolpan a su puerta.
El responsable de todo esto es Luis Mira, nacido en Jijona (tierra turronería por excelencia) quien tuvo un primer contacto con Madrid en 1842 cuando vino a Madrid a vender sus turrones en uno de los tradicionales puestos de la Plaza Mayor. El hombre vio el éxito que tenían sus productos así que lo vio claro ¿Por qué no coger los bártulos y mudarse a la capital para abrir en ella un establecimiento fijo? Dicho y hecho. Cargó su carro, preparó sus burras yun buen cargamento de turrón y emprendió la odisea. Cuenta la leyenda que hasta en cuatro ocasiones tuvo que reiniciar el viaje porque su género era tan bien valorado, que lo vendía todo por el camino y tenía que regresar a por más.
Casa Mira es hoy regentado por la sexta generación de la misma familia. Tradición y mimo en sus productos le han hecho destacarse como uno de los establecimientos tradicionales más conocidos y emblemáticos de Madrid. Ese que, cada Navidad, congrega a cientos de personas en busca de sus alabados turrones.