Casa Number 29

Publicado el 11 abril 2014 por Jordi Martinez Aznar
Desde hace tiempo que me encanta la historia. Una de las cosas que más me interesa de esta materia es el cómo vivían en tiempos pasados. En la última visita que hice a Dublín, hace ya dos veranos, descubrí un lugar que, aunque del cual ya había leído en cualquiera de las guías de la ciudad que he tenido a lo largo de todos estos años, en mi viaje anterior no había entrado. Se trata de la casa Number 29. Esta casa, ubicada en uno de los costados de Merrion Square, a muy pocos minutos caminando del centro de la ciudad, perteneció a una familia de clase media de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Desde hace algunos años se ha convertido en una casa-museo donde se nos muestra, mediante una visita guiada, cómo era la vida de una familia de clase media por aquel entonces. Ya aviso que estas visitas únicamente se realizan en inglés, pero no es demasiado difícil seguir al guía de turno, de manera que, aunque no tengas grandes conocimientos del idioma, no os será demasiado difícil seguir la visita.
Esta visita da comienzo en el sótano, que es donde estaba ubicada la cocina, para luego ir subiendo a las demás plantas y estancias, entre las que se cuentan el recibidor, las diferentes habitaciones y la sala de juegos de los niños. Una curiosidad sobre estos últimos que uno aprende en esta visita es que, en aquella época, y cuando eran pequeños, se les disfrazaba de niñas. La razón era muy simple: Por aquel entonces era bastante común el secuestro de niños, los cuales eran utilizados en fábricas o como deshollinadores. Para evitar esto en la medida de lo posible, las familias los disfrazaban de niñas durante un tiempo. Desde luego, la táctica era ingeniosa. Desconozco si secuestraban a todos los niños que pudiesen y a ver si acertaban y eran varones, aunque la verdad es que no me extrañaría que lo hicieran.

Otra de las curiosidades que uno puede encontrarse en este lugar es una máquina para ejercitar los músculos de las piernas de los hombres para cuando éstos no pudiesen salir a montar, y es que los caballos es una de las principales pasiones de los irlandeses. De sus establos han salido algunos de los mejores purasangres de Europa y posiblemente del mundo. También era común, al menos en aquellos tiempos, el montar a caballo, pero, desgraciadamente, no siempre podían salir a montar. De ahí a que tuviesen este curioso aparato.
En cuanto al precio de la entrada, ésta es relativamente elevada, unos seis euros, pero vale la pena gastárselos, siempre y cuando te interese la historia. Por otro lado, para aquellos que les encante la fotografía, aquí no está permitido hacer, por lo que se quedarán con las ganas, aunque siempre podéis entrar a internet :)