Anteayer terminó el pontificado de Benedicto XVI, que ahora se retira a un lugar más tranquilo que los pasadizos del Vaticano: el Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, construido como lugar de retiro de los papas.
Castel Gandolfo, un pequeño municipio a unos 20 kilómetros de Roma, alberga una zona extraterritorial propiedad del Vaticano, un conjunto de villas que ocupan unas 55 hectáreas en los Montes Albanos, en el lugar donde se dice que se hallaba la acrópolis de la antigua ciudad de Alba Longa, madrepatria de Roma.
De entre estas villas la más importante es el Palacio Pontificio, usada desde mediados del siglo XVII como residencia de verano y de retiro de los Papas. Es el fruto de la restauración y ampliación del castillo medieval propiedad de la familia Gandolfi, que da nombre al municipio. Además de esta, hay otras dos importantes villas: Villa Cybo y Villa Barberini, esta última famosa por sus jardines; así como el observatorio astronómico de La Specola, el convento de las Clarisas y la escuela sacerdotal pontificia.
Aunque estos lugares son privados, la visita a Castel Gandolfo merece mucho la pena. Es una localidad pequeña, situada a orillas del Lago Albano y considerada una de las poblaciones más bonitas de Italia. Hay todo tipo de monumentos, desde iglesias a restos de villas romanas (incluyendo la del emperador Domiciano) y, en las inmediaciones, un yacimiento palafítico (podéis conocer más sobre las aldeas palafíticas en este otro artículo), el más importante de este tipo en Italia.