Castell Son Claret. Un hotel de kilómetro cero

Por Termalistas @Termalistas


Castell Son Claret

Ubicado a los pies de la sierra de Tramuntana, Castell son Claret es el retiro idóneo para quienes buscan sosiego, relajación y una experiencia gastronómica y sensorial en la isla de Mallorca.
Cuenta con 126 hectáreas de jardines para perderse y pasear, con una completa oferta de belleza y bienestar y con dos restaurantes: Oliveira, de inspiración mediterránea, y Zaranda, el único dos estrellas Michelin del archipiélago balear.
Todo, desde los panes y la repostería que reciben al huésped cada mañana hasta los productos de su spa y los cócteles del bar, está elaborado de manera artesanal con ingredientes de proximidad.
Asentado en un histórico castillo del siglo XIX, el hotel alberga más de una treintena de pinturas y litografías de aristas contemporáneos entre los que destacan el pintor mallorquín Ramón Canet y el catalán Joan Miró.
El canto de los pájaros, el murmullo del agua (de la gran fuente renacentista que preside la entrada) y el tintineo de las copas a la hora de comer son los únicos sonidos que se escuchan en Castell Son Claret. En siete kilómetros a la redonda (126 hectáreas en total, todas ellas propiedad del hotel) sólo hay pastos, caminos que adentran al viajero al Puig de Galatzó (una de las montañas más altas de la isla) y cuidados jardines en los que crecen olivos, almendros, limoneros, naranjos, lavandas, rosas y hierbas aromáticas que proveen al establecimiento de todo lo necesario para el bienestar de sus clientes. En definitiva, Castell Son Claret, ubicado a los pies de la sierra de Tramuntana (declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en la categoría de Paisaje Cultural), es un remanso de serenidad donde disfrutar de una completa experiencia sensorial.
Castell Son Claret es el proyecto más personal de Klaus-Michael y Christine Kühne, un matrimonio alemán enamorado del arte, de la gastronomía y de la isla de Mallorca que en 2010 decidió adquirir una propiedad histórica de 1880 y convertirla en un hotel muy especial. Tras tres años de obras, en las que se buscó respetar la arquitectura tradicional por fuera y dotarlo de la máxima modernidad por dentro, Castell Son Claret abría sus puertas en 2013 acogido al sello Leading Hotels of the World y con una filosofía arraigada en tres pilares: un entrono natural, una gastronomía de primer nivel y un servicio atento y cercano que trabaja con el cariño propio del mejor anfitrión en su casa particular.
El hotel alberga 38 suites y habitaciones, cada una de diferente tamaño y diseño debido a los planos históricos del castillo. Veintitrés de ellas están ubicadas en el edificio principal mientras que las 15 restantes se encuentran en lo que antiguamente fueran la torre de agua y los establos. Las estancias más sencillas cuentan con todas las comodidades para no querer salir (suelo radiante, cama King Size y amenities elaboradas con naranjas y pomelos de la zona) mientras que las más completas, las Pool Suites, tienen terraza, un salón-comedor de 80 m2 y piscina privada. Sobresalen también las Tower Suites, de 70 m2 y balcón con vistas privilegiadas a la finca y los jardines. Tanto las dependencias comunes como las habitaciones están coronadas por más de 30 obras de artistas vivos (entre los que destacan el pintor mallorquín Ramón Canet y la escultora mallorquina Águeda Gaya) y por litografías originales de Joan Miró.
En sintonía con el entorno:
Entre sus infinitos rincones para esconderse del estrés, destaca su piscina al aire libre, con solárium, pool bar y las montañas como telón de fondo, y el spa Bellesa de Claret, un centro de bienestar con piscina cubierta, sauna, hammam y dos salas de masajes, una individual y otra doble para tratamientos en pareja. La particularidad del Bellesa de Claret reside en que todos sus rituales utilizan ingredientes recogidos en la misma finca (lavanda, romero, bergamota, almendras y aceite de oliva) y pueden realizarse al aire libre en sus jardines, consiguiendo una experiencia en absoluta sintonía con el entorno.
Y es que la filosofía de proximidad y artesanía está muy presente en todo el complejo: los arreglos florales se cambian cada día con lo recogido en la finca, los panes y la bollería se hacen en su propio obrador con harinas biológicas mallorquinas y tanto la cocina de sus dos restaurantes como la coctelería del Castell Bar se sustentan en una materia prima eminentemente local. `Utilizando ingredientes de kilómetro cero –explican– contribuimos a impulsar la economía de la isla, pero, sobre todo, a ofrecer una experiencia única´.
Gastronomía y coctelería:
Dentro de esa experiencia sensorial que ofrece el hotel la gastronomía juega un papel fundamental. Cuenta con dos restaurantes: Oliveira, dirigido por el chef mallorquín Pep Forteza, y Zaranda, del madrileño Fernando P. Arellano, que se erige como el único dos estrellas Michelin de las Islas Baleares. El primero ofrece una cocina de inspiración mediterránea, con concesiones al recetario internacional y con una excelsa materia prima de base entre la que destacan el cordero y el cochinillo de la sierra mallorquina, los pescados del mediterráneo. Todo es casero, desde la maravillosa salsa de alioli de azafrán que sirven como aperitivo hasta la burrata, la pasta y el pan. Zaranda por su parte apuesta por una cocina de vanguardia que desprende ingenio, técnica, refinamiento y múltiples influencias y que es el resultado de las vivencias y el bagaje profesional de su autor. Ambos restaurantes comparten una extensa bodega de casi 500 referencias españolas e internacionales (con especial atención a los vinos mallorquines y catalanes) y los dos cuentan con terraza de verano.
La propuesta culinaria se completa con Castell Bar, un espacio ubicado en lo que fuera la antigua caballeriza de la finca, donde el barman Roberto Muscariola elabora una coctelería de kilómetro cero que se nutre de las ginebras, el ron y los licores elaborados en la isla y de las frutas de temporada, las flores y las hierbas aromáticas que crecen en el huerto y los jardines de Castell Son Claret.
Deporte y relax sin salir del hotel:
En este oasis de naturaleza y paz no hay lugar para el aburrimiento. La fina cuenta con su propia pista de tenis y por sus 132 hectáreas de terreno discurren múltiples senderos aptos para todos los niveles. Para recorrerlos el hotel ofrece un amplio programa de excursiones de senderismo y trekking, incluyendo el ascenso a la cima del Puig de Galatzo, una de las montañas más altas de la isla con 1027 m de altitud. También disponen de bicicletas (Mallorca es uno de los destinos para ciclistas más importantes de Europa), gimnasio y clases de yoga y mindfulness. Y para los que busquen playa y diversión, a menos quince minutos se encuentran algunos de los puertos más importantes de la isla: Puerto Portals, el pequeño puerto marinero de Andrach y Port Adriano, la marina diseñada por Philippe Starck.