Es hora de que los jugadores respeten a los árbitros, esto es, a los jueces. Sabemos que no son perfectos —ni siquiera buenos— y que se equivocan más de lo deseable. También es fácil equivocarse con jugadores tramposos que fingen agresiones, caídas, faltas para engañar al colegiado. Eso sin contar los innumerables fallos de los protagonistas, es decir, de los jugadores. Ronaldo, Messi, Torres... pueden fallar a puerta vacía, pero si un árbitro, al que están intentando engañar desde el minuto uno comete un fallo, hay que darle matarile.
Imagino que el Comité de Competición habrá tomado buena cuenta de este gesto y sancionarán duramente al jugador numantino. A éste y cualquiera que haga cualquier declaración en contra de los árbitros se entiende.
Es muy sencillo ocultar la frustración y cargar duramente contra el bulto sospechoso. Propongo una sanción ejemplar a cada profesional del fútbol que acuse, directa o indirectamente a los árbitros del resultado de su equipo. Es posible que así se aprenda algo tan elemental como es el respeto y la educación.Piensen.
Sean buenos.