Castro desprecia a Margallo

Publicado el 28 noviembre 2014 por Cronicasbarbaras

El locuaz ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, había sugerido antes de ir a Cuba este último fin de semana que portaba un mensaje de Barack Obama para el presidente cubano, Raúl Castro.

El hermano joven del fundador del régimen, que tiene 83 años, no lo recibió, lo que supuso un nuevo gesto de desprecio castrista al Gobierno español, que pese a sus desencuentros con los gobiernos del Partido Popular, antes con José María Aznar, siempre mantuvo buenas relaciones, especialmente económicas.

El ministro español se reunió, sin embargo, con el primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel, número dos del Gobierno, y con ministros económicos, para favorecer los intereses de empresas españolas en la isla.

Y aunque hizo llamamientos públicos a la democratización poniendo como ejemplo la Transición española, rechazó encontrarse con familiares de presos políticos y con miembros de la oposición democrática.

Igual conducta que la de su antecesor socialista, Miguel Ángel Moratinos, que tampoco quiso recibir a los opositores al régimen en su visita de 2009, aunque en otra de un año después consiguió la excarcelación de algunos presos políticos y su envío a España.

Los ministros de los gobiernos españoles, que piden libertad para los cubanos y reciben a los disidentes en España, al llegar a Cuba se olvidan de que esas víctimas siguen allí y se niegan a recibirlas, aunque sólo sea por dignidad.

Cuba, es cierto, posee ahora algunas libertades más que hace una década, pero sigue controlada por corrompidos cuadros del partido comunista que encarcelan disidentes.

Pero entre los aspectos más miserables del sistema está la constatación de que al menos una cuarta parte de sus habitantes de ambos sexos capaces de tener actividad sexual está dispuesta a prostituirse para obtener divisas o bienes de los extranjeros: este es el éxito del régimen que decía que había eliminado los prostíbulos de La Habana.

Ahora Cuba es un prostíbulo de 110.860 kilómetros cuadrados, paraíso del pederasta y con dos o tres millones de jóvenes prostitituíbles.

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