Hay quien dice que lo primero es el deber. Afortunadamente, en ocasiones se dan esos extraños casos en los que el placer va por delante, o por lo menos acompañado del deber.Campos como la gastronomía ofrecen estas rara avis (mas no siempre). En el deber de formarse e informarse se cuela aquello de entretenerse, como se demostró en la cata de vinos italianos dirigida por José Luis Murcia para los alumnos del IV Curso de Periodismo Gastronómico y Nutricional de la Universidad Complutensede Madrid, en el espacio cedido por el restaurante Il Particolare.Italia, con unas 3.000 variedades de uva, centenares de denominaciones de origen, y situado entre los mayores exportadores de vino del mundo, ofrece una amplísima oferta de opciones. Para la ocasión se seleccionaron nueve vinos italianos para degustar los tonos herbáceos y tonos suaves en nariz del Chardonnay; el sabor ligero en boca del Mémoro Bianco elaborado a partir de cuatro vinos diferentes; el 'original' Greco di Tufo con tonos de heno y manzana verde; el notable sabor a uva (la mejor descripción que se le puede dar) del Moscato Spumante; la personalidad del Sangiovese con notas especiadas y de humo, con muy buena acidez; los toques de frutos rojos y humo del Montepulciano de Abruzzo; la malvasía negra del Salice Salentino, apreciando los toques salinos y el aroma de pétalos de rosa; las notas oleosas o de frutos rojos del Rosso Sicilia; y la acidez más acusada del Chianti, dotado con la 'personalidad del norte', con tonosde frutos del bosque. Pero cuando parecía que las novedades y el aprendizaje se acaban, sorprendió entre las botellas vacías una de menor tamaño: la presencia tímida en botella pero sublime en paladar del Moscato di Trani.Paseo de placeres entre los que no faltaron las paradas oportunas en pequeño bocados donde los sabores a trufa, boletus y parmesano se complementaban con el líquido elemento para hacer gozar a los sentidos, sin olvidar el objetivo de la cata: aprender (con gran placer) sobre vinos italianos.