Como en todas las catas extraordinarias celebradas en Bodega Selección, en esta no podía faltar una mesa con los vinos "top" de la degustación. En esta ocasión faltaron vinos del nivel de Vega Sicilia Único con el que nos hemos deleitado otras veces, pero los que estaban rayaban a un nivel alto, exceptuando un Marqués de Legarda Reserva de la Familia que no probé, y una pequeña decepción.
Siempre es mejor dar las malas noticias primero, así que mencionaré que la decepción del día vino de la mano del vino que más curiosidad me había despertado. Tenía muchas ganas de probar una leyenda riojana con más años que yo mismo, Castillo Ygay 1964 (DOCa Rioja, tinto con crianza, Tempranillo, Mazuelo; Marqués de Murrieta). Caoba de capa bajísima, como corresponde a un venerable anciano. Nariz muy evolucionada, con almizcle, cuero, ahumados y setas. En boca, al venir de probar un vino joven y potente, me engañó una primera sensación de buena acidez, que pronto comprobé que era más bien acética, lo que desvirtuó cualquier intento posterior de cata. Una pena, como digo, que saliese mala esa botella de un vino de leyenda.
Otro de los invitados a esa mesa era un viejo conocido de estas degustaciones, Palomero 1999 (DO Ribera del Duero, tinto con crianza 100% Tempranillo, Uvaguilera). Un vino elaborado a partir de uvas seleccionadas de cepas de más de 70 años, con crianza de 13 meses en roble francés y americano. Viste un color granate muy evolucionado con ribetes caoba, conservando una buena capa. Algo cerrado, le costaba expresarse, y lo hacía sobre todo con terciarios animales, tinta china y especias con un fondo de fruta muy muy madura. En boca es seco, con buen cuerpo, agradable, con un tanino aún enorme, muy marcado, que deja un largo final secante. Buen vino sin ninguna duda.
También por mi catavinos pasó un vino englobado en su día entre los 100 mejores vinos del mundo. Se trata de Aurus 1998 (DOCa Rioja, tinto con crianza, 85% tempranillo, 15% graciano; Finca Allende). 24 meses de crianza en roble francés para un vino de color granate virando a caoba con ribete caoba. En nariz, también algo cerrado al principio, después se mostró licoroso, frutal (fruta negra madura) y balsámico, con notas de torrefactos. En boca, muy suave y agradable, frutal, buen cuerpo y con un tanino muy dulce y pulido. Un vino muy rico, me gustó de verdad.
Presente en la mesa estaba un representante de los llamados nuevos riojas, ya conocido de otras ocasiones, y del que pudimos probar otra añada. Remírez de Ganuza 2005 (DOCa Rioja, tinto con crianza, 90% tempranillo, 10% graciano; Fernando Remírez de Ganuza), elaborado con los hombros de racimos procedentes de viñas de una edad media de 60 años, que tiene una crianza de 24 meses en barricas nuevas de roble (80% francés y 20% americano), es de un color picota oscuro, intenso y cubierto, con un joven ribete violáceo rubí. En nariz es intenso, agradable y elegante, con mucha fruta negra, cuero, especiado y balsámico, atrayente. El paso por boca es muy agradable, frutal, lleno y carnoso, con muy buen tanino aún algo destacado. Un auténtico vinazo aún con muchos años por delante.
Terminamos con un vino del que me enamoré la primera vez que lo probé, hasta el punto de haber comprado una caja de 6 botellas de la añada 2010 en avanzada. Artadi Pagos Viejos 1998 (DOCa Rioja, tinto con crianza 100% Tempranillo, Artadi) es un vino de un bonito color rubí oscuro de capa alta con ribetes donde asoma el caoba. A copa parada destacan los terciarios animales y balsámicos suaves, apareciendo tras agitar aromas de fruta pasificada y especiado fino. En boca es un vino tremendamente agradable, frutal, algo goloso, aterciopelado, con un tanino muy dulce pero firme. Nuevamente, un vinazo muy muy rico.
En fin, el broche de oro de la degustación estuvo más que bien, a pesar de esa decepción del Ygay.
Y en las fechas en las que estamos, quisiera aprovechar para desear a todos unas muy felices fiestas y que el próximo año sea al menos igual de bueno que este.