España como estado federal
Hay muchos que dirían que España ya es un estado federal, que las autonomías cumplen esa función de regiones federales, o federalizadas, pero no es así. Las autonomías no dependen de ellas mismas, prácticamente para nada, y de hecho la prueba es la cantidad de dinero que aportan al país centralizado, y que necesitan del mismo para subsistir.
Es cierto que se parece, pero hay demasiadas imperfecciones que nos alejan de la idea general. Estamos dejando que algunas comunidades tengan demasiado poder sobre sí mismas, pero en comparación con otras. La asimetría de este federalismo es causal y no programada, por eso no puedo considerarlo federalismo.
Federalismo reinventado
Lo que nos hace falta en España es una reinvención del federalismo, una diferenciación del producto resultante. Sería un federalismo simétrico, pero con los suficientes cambios constitucionales como para que no tuviera sentido la autodeterminación que pretende Artur Mas.
No sería necesario el reparto económico, aunque sí el de competencias, claro, al menos en un principio.
El ejemplo podría ser el federalismo alemán. A ellos les funciona bastante bien, y nos ayudaría a acercarnos en políticas de gestión de la nación. No hablo de ideologías, que no comparto las de Merkel, sino de políticas de gestión.
Federalismo europeo
En Europa tenemos lo que podríamos llamar pseudofederalismo asimétrico de coalición, con el que cada vez estamos dando más poder a esos estados (países en este caso) asimétricos, como Alemania o Francia.
El problema de darles ese poder, por contra, no es político, sino económico. Pero lo cierto es que siendo la economía la que manda en nuestros días, tampoco sería raro interpretar que el centralismo del federalismo europeo estuviera situado en el corazón del BCE, y es algo que debiéramos evitar, pero que de momento es lo que gestiona la coalición de países europeos, o sea la CEE.
Las cosas que importan
Vuelvo a decir, como he dicho en otro artículos, que es un momento, para los españoles, de buscar la unidad del país frente a nuestros vecinos europeos. Las ideas de independencia, frente a las de cohesión participativa, sólo dividen.
Pero claro, elementos como Artur Mas saben cuándo meter la cuña y dar el martillazo. O al menos lo intenta. Esto no hace más que desviar la atención en lo interno, y deteriorar nuestra imagen como nación unida frente al resto del mundo.
La Constitución
Con todo esto, lo que quiero decir es que, a nivel político territorial, nuestra Constitución, a pesar de ser una de las más jóvenes del mundo, necesita una reforma. No por reformar la Constitución estamos admitiendo que no sirva, claro que sirve. Pero esta debe evolucionar junto con la sociedad a la que pertenece.
Está claro que la sociedad de hoy en día, por la crisis y porque no somos los mismos que nuestros padres y abuelos, es diferente de aquella cuando se creó nuestra Constitución, la que aún hoy nos sostiene, y por lo tanto debemos cambiarla.
No se trata de socialismo
Sé que todo esto me define como socialista, por haberlo dicho ya Rubalcaba el día del debate sobre la independencia de Cataluña. A día de hoy puedo decir que es de las poquitas cosas que aún me quedan en común con el PSOE, por no decir la única.
Sin embargo nada más lejos de mi intención. No encuentro partido político actual que pueda darme una respuesta efectiva a nuestra problemática. Todo son pequeños pasos, que cada vez abren más la quiebra existente entre ricos y pobres. Pero creo sinceramente que hay que ir tapando también esos problemas coyunturales, como la crisis que se nos puede abrir con Cataluña.
Pienso que el federalismo sería una solución muy factible a nuestro problema.