Cataluña, una sociedad desquiciada por el odio

Publicado el 29 mayo 2019 por Franky
Víctima del odio, la sociedad catalana avanza imparable hacia la confrontación y el drama. el último capítulo del odio independentista catalán tiene por sede la Cámara de Comercio de Barcelona (Cambra), cuyo futuro presidente ha declarado que luchará por "hacer efectiva la república" y declarar al rey de España "persona non grata". El candidato a la presidencia de la Cambra, Joan Canadell, que sustituirá en este cargo a Miquel Valls por contar con el apoyo de la mayoría absoluta del pleno, ha avanzado que éstas serán las prioridades de su mandato, que se iniciará a finales de junio, junto con la lucha por la soberanía fiscal. --- El odio es un asesino implacable que mata tanto al que odia como al que es odiado. El odio ha creado en Cataluña una sociedad enferma y envilecida que también está envileciendo la política española. Ese odio no ha producido todavía muertos, pero nadie duda que los producirá, si no se frena a tiempo.

El último capítulo del odio que corroe a Cataluña tiene por escenario la Cámara de Comercio de Barcelona, que pretende incorporarse a la lucha por la independencia.

El primer paso del proceso será la realización de consultas sobre si la Cámara debe implicarse de lleno en el proceso de independencia a los alrededor de 400.000 empresarios y autónomos que integran la Cambra.

El odio catalán a España es un proceso que avanza implacable porque la pertenencia a España les impide hacer lo que ellos quieren, que es controlar un Estado propio que permita más libertades, abusos y dominio a la clase dirigente catalana. Su objetivo es crear un país propio, del estilo de Mónaco, Andorra o San Marino, para hacer sus negocios y ganar sus "pelas" con ventaja, un camino que ha ido avanzando, contando con el beneplácito vergonzoso del PSOE y del PP, dos partidos que se han comportado en Cataluña como corruptos y corruptores al otorgar privilegios a los separatistas y permitirles sembrar el odio en la sociedad, un odio destructor cuyas primeras cosechas las estamos recogiendo hoy.

Es un proceso sencillo y muchas veces repetido en la Historia: los inquilinos quieren quedarse con el local que ocupan, que no les pertenece, pero del que quieren apoderarse con las excusas del idioma diferente, la bandera distinta, el RH, la cultura diferente, la historia diferente y hasta la superioridad sobre sus vecinos. El paso siguiente es la xenofobia, lanzada contra sus vecinos españoles, y la lucha, más o menos violenta, para conseguir lo que quieren. Es como la pataleta de un niño consentido por un capricho, que siempre termina en un ¡¡Te odio!! ¡¡Te odio"".

Si a este explosivo cóctel del odio se le agregan miedos e intereses catalanes ocultos, delitos escondidos que no interesa que sean aireados, abusos y pesados inconfesables de las clases dirigentes catalanas, el disfrute continuado de mimos y privilegios en una España cobarde que no se ha atrevido nunca poner al niño rebelde en un correccional, además de intereses extranjeros y de grandes grupos financieros, que también pretenden hacer sus negocios con ventaja, las puertas de la confrontación y del drama están abiertas.

Cataluña es hoy un avispero cuyo odio, alimentado por la cobardía de los políticos españoles, gran parte de la clase dirigente catalana e intereses ocultos, no para de crecer, empujando a las avispas para que utilicen el aguijón.

El próximo picotazo quiere centrarse en la figura del rey Felipe, al que los animadores del conflicto no le perdonan que frenara en seco el proceso independentista con su gran discurso del 3 de octubre de 2017, al que quieren declarar "persona non grata" por haber presionado a las empresas a trasladar sus sedes sociales fuera de Cataluña.

El papel de la Cambra es considerado de gran valor estratégico para el independentismo, sobre todo porque de los 400.000 empresarios y autónomos que congrega apenas el 4 por ciento votó en las últimas elecciones porque muchos de ellos recelan del independentismo y otros consideran una locura romper con el mercado preferencial español, del que muchas de sus empresas dependen.

Pero Joan Canadell, el futuro presidente, con el independentismo empujando a sus espaldas, quiere "abrir los ojos" y reconvertir al empresarariado barcelonés hasta hacerlo partidario de la soberanía fiscal y de la libertad que promete esa república que no existe.


Francisco Rubiales