Catalunya dice adiós a los toros

Por Javiermadrazo

Sé que son muchas las personas aficionadas a las corridas de toros y conozco incluso a quienes planifican sus vacaciones y su tiempo de ocio en función de los cartales taurinos. En realidad, nunca lo he entendido. Se podrá apelar a la tradición, a la cultura popular, a la esencia de la fiesta o a la propia supervivencia del toro como defensa del espectáculo taurino, pero éstos no son, a mi juicio, argumentos de peso que justifiquen la muerte de un animal en una plaza.   Por ello, considero un paso adelante la decisión del Parlament de Catalunya que ayer aprobó, con 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones, prohibir las corridas de toros en esta Comunidad. No ha sido la primera. Canarias ya lo hizo en 1991 con el aval del Partido Popular, que hoy, en cambio, apela a las esencias del nacionalismo patrio para legitimar la vigencia del espectáculo taurino en Catalunya.  Todo sea por la unidad sacrosanta de una grande y libre. Además, me parece relevante, y mucho, el hecho de que este acuerdo sea consecuencia directa  de una Iniciativa Legislativa Popular, impulsada por 180.000 ciudadanas y ciudadanos, que reivindicaban la abolición de  las corridas de toros en esta Comunidad.  A todas ellas y a todos ellos mi enhorabuena por su compromiso  y su tesón. Éste es un ejemplo a imitar de participación de la sociedad en la via pública y pone de manifiesto la importancia de implementar cauces que permitan que la voz de la ciudadanía sea  escuchada y tomada en consideración. No sé si esta medida se extenderá o no a otros lugares del Estado, ojalá lo haga pronto, al menos en Euskadi, pero sí es seguro que cada vez cobrarán más fuerza las tesis de las asociaciones que defienden los derechos de los animales.  La chispa se ha encendido y la sensibilidad antitaurina suma adhesiones día a día, en coherencia con una mentalidad más sensible al sufrimiento de todos los seres vivos. Sin duda alguna, el tema llegará al Tribunal Constitucional y al Congreso de los Diputados; intentarán, otra vez más, cepillar y vaciar de contenido la decisión del Parlament, pero la semilla está ya sembrada y no lograrán cambiar el ritmo de los tiempos, hagan lo que hagan. Palabras como las pronunciadas por Mayor Oreja, hablando de ofensa y crisis nacional al ser preguntado por esta cuestión, sólo contribuyen a profundizar aún más la voluntad de quienes vemos en las corridas de toros un caso claro de maltrato a un animal,  sin que entren en juego identidades de ningún tipo, por mucho que él se obsesione, al igual que el Partido Popular,  en analizar esta cuestión bajo la perspectiva del ultranacionalismo español agraviado. Tampoco ha estado afortunado el president Montilla, al defender su voto en contra de la prohibición, alegando que lo hacía en nombre de la libertad. El premio Nobel de Literatura John Coetzee lo ha dicho alto y claro: “La libertad no significa que tratemos a otros seres vivos como a nostros nos apetezca“. Montilla, además, se ha equivocado al no respetar la voluntad de 180.000 ciudadanas y ciudadanos catalanes, sabiendo incluso que su apuesta taurina sería derrotada en el Parlament.