Catalunya. Se acerca la posibilidad de un choque de trenes. (3)

Publicado el 17 octubre 2013 por Manuhermon @manuhermon
La ruptura social, es uno de los problemas importantes de cualquier separación, la quiebra de los contactos puede dañar profundamente relaciones personales y colectivas, cívicas y culturales, empresariales y sindicales… tanto en el interior de Catalunya como entre españoles y catalanes, sean quienes sean unos u otros. La ruptura afectará con seguridad a las relaciones económicas, es probable que genere más que posibles bloqueos económicos y políticos, deslocalizaciones empresariales, boicots, aranceles, dumping, reducción de competitividad por la energía que se llevará la crispación y pérdida de capital humano, por desgaste de fuerzas, los procesos de lucha en política exterior hoy casi inexistentes, tomarían otra forma, ONU, UE, es de suponer que no se facilitaran encajes al nuevo estado. La emigración de la postguerra y descendientes, es un rio del que ahora bebe el secesionismo, -no sabemos por cuanto tiempo, pero está claro que no son asimilables al independentismo clásico- cuyo deterioro laboral y económico consecuencia de la crisis  explica su apoyo a la única salida que le plantean a su penosa situación, salida milagrosa porque no mejoraría las condiciones de vida y trabajo, pero tiene que ver con la rápida subida de población secesionistas, sin que pueda descartarse que parte de este sector retirara sus apoyos igual de rápidamente que los aportó. Hay un factor emocional, de clase, en este sector de trabajadores que se sienten traicionados por los partidos de izquierda catalanes y perdidos en la crisis que los arrasa.
El PSC e ICV han abandonado el contenido de clase, la emigración obrera se encuentra desasistida, sin orientación, y la crisis los está machacando, por lo que se agarran a cualquier salida populista que prometa mejoras. El problema explotará cuando éstas no lleguen a pesar de la secesión. Pero entonces será tarde, el mal ya estará hecho. El independentismo era antiguamente un reducto mayoritariamente de los poderosos y las élites catalanas con ADN puro, que se fortalecían sintiéndose amenazados por el españolismo y la clase obrera, hoy el independentismo sobrevenido es producto de la debilidad de las izquierdas que se encuentran sin fuerzas para imponer un relato fuerte y coherente.
En este choque que estamos a punto de padecer, las élites catalanas, tienen considerable peso para orientar, dirigir y empujar el proceso de ruptura y han conseguido movilizar a su favor a cientos de miles de personas muchos de los cuales, aparentemente, no deberían estar a su lado. Las encuestas de opinión del CEO, de la propia Generalitat, este verano de 2013, daban como máxima preocupación de los catalanes cuestiones muy parecidas a las del resto de España, la precariedad laboral, paro, crisis económica, pero es un hecho que desde el verano acá, el tiempo que ya era rápido, se ha vuelto a acelerar, como si presagiara un cambio histórico, una ruptura, un enfrentamiento que puede llegar a estallar. En este momento, si las opiniones de un pueblo son las que aparecen manifestadas en la CEO, hay que buscar la explicación del acelerón en las élites que gobiernan Catalunya, Gobierno, Parlament, instituciones civiles, partidos, y el largo etc. que conforman las élites catalanas dominantes, las cuales demuestran su poder de dirección social, al margen del conjunto de la población que mayoritariamente tiene/tenía unas preocupaciones diferentes.
Las élites catalanas abundan en su idea de que no hay valor en la españolidad de la cultura, ni en el trabajo, ni las leyes, la Constitución, los pactos de la Transición, se desprecia ahora, fue un instrumento de cierta utilidad –no olvidemos que con esos pactos Catalunya conserva como nunca en su historia su identidad, lengua, cultura, poder político y económico con autonomía superior a cualquier otro momento, ello en su parte española, porque en su parte francesa ni siquiera existe como lengua- como desprecian la historia española, su marco identitario se construye en contra de lo español y en defensa del ideal intachable de su cultura, e historia, en su identidad, no existen clases ni explotación interna, no hay lugar para otras identidades ni mezcladas ni ajenas, ni otras emociones similares, posibles de compartir, se sienten europeos pero no españoles, lo cual es extraño, porque lo son políticamente en cuanto pertenecientes al Estado español.  No existe racionalidad para analizar procesos y problemas, desde una óptica de búsqueda de soluciones comunes, cuando siempre la hubo, ahora casi solo existen emociones desbocadas en un tren sin frenos. Hoy sabemos que las tradiciones son invenciones recientes, han sido fabricadas, pero no solo Don Pelayo y demás historietas españolistas, también las fabulaciones de naciones con núcleos originarios perfectos y valerosos por encima de cualquier otro: -Eric Hobsbawm y Terence Ranger, ‘La invención de la Tradición’ Editorial Crítica- También se pueden descolgar de Scribid ‘Hobsbawmn, E. ‘Identidad, rev.Intern. De filosofía política, nº 3 1994