“Por una causa justa e histórica, por la libertad de un pueblo, por el derecho a decidir de las personas... He pensado que no puedo faltar. Tengo que ir al norte de mi país (el valenciano) el día 11 de septiembre, a continuar la cadena humana que señalará que algunos valencianos comprendemos la angustia de un pueblo que quiere ser él, como a mí me gustaría que nosotros fuéramos. Tengo que estar allí. Seré uno más, un pequeño eslabón en la cadena, pero consciente; haré fuerza cogiendo a quien tenga a un lado y al otro, para que esa cadena tan débil pero tan fuerte al mismo tiempo, no se rompa. Por solidaridad con Cataluña. Por ellos. Por nosotros los valencianos. ¡Ya está bien! A mis amigos indignados de mi pueblo: Ya sé que tengo que coger la mochila y enfilar hacia el norte, pero ¿qué más tengo que hacer? ¿Dónde me tengo que apuntar? ¿Donde nos tenemos que ver?”
Fue increíble. Pero el pasado 5 de septiembre cuando publiqué esta nota en Facebook, hubo personas que no la comprendieron… o lo entendieron mal. ¿Y por qué? Pues muy sencillo: En este asunto hay muchas personas que no utilizan la cabeza sino que reaccionan en base a las vísceras (no estamos acostumbrados a pensar por nosotros mismos, no sabemos qué es el espíritu crítico). Es tal la manipulación que sufrimos desde los medios… nos han llegado tan hondo… han sido tantos años… que familiares y amigos discuten apasionadamente por ello. Esta misma mañana he tenido que volver a explicar de la manera número mil por qué fui a Vinaroz a recoger la cadena humana que llegaba a mi país (el valenciano) para continuarla dentro de “nuestro territorio”. He insistido en que mi viaje sólo tenía como objetivo la solidaridad con ese pueblo (el catalán) que a mi entender estaba defendiendo una causa justa, de la misma forma con que me gustaría se solidarizaran con nuestro pueblo los pueblos limítrofes cuando despertemos, cuando nos demos cuenta de que “nuestras posiciones” no son nuestras de verdad, por mucho que creamos que sí; que esas posiciones han sido fabricadas e inducidas por los medios de una determinada línea ideológica (la de los ricos y poderosos en base a sus intereses).
A pesar de todo no pudieron con nosotros los valencianos, pero menos con los catalanes que se pudieron manifestar lúdica y pacíficamente en defensa de sus derechos democráticos e históricos. Se ha llegado a un punto de no retorno. Los gobiernos españoles no han sabido valorar la reivindicación del pueblo catalán y ahora este movimiento es imparable. Se pudo haber hecho algo más con antelación, pero ahora ya no tiene remedio. El pueblo catalán se ha cansado de reivindicar derechos que supongan mayor autonomía para su nación, y al final se ha situado en posiciones fuertes, intransigentes, aunque pacíficas. Se ha cansado del autismo de la clase dirigente nacional española y ha asumido una posición innegociable: Que durante el año 2014 tenga lugar una consulta vinculante al pueblo catalán en relación con su independencia y por lo tanto secesión de la nación española.
¡Qué mal han encajado esto los poderes de la élite española! ¡Cómo echan humo y espuma por la boca sus medios! Y encima, el gobierno español acogiéndose a la sufrida Ley y sin dar un paso adelante para buscar un mal menor. Intentan exigir responsabilidades a los partidos políticos catalanes y sobretodo a su Presidente (el causante de todos los males), cuando los españoles tienen tanta responsabilidad o más. La Ley es interpretable, e incluso por supuesto, es cambiable. Pero ellos representan a su gente (los dueños y poderosos) y están atados de pies y manos. Como no hagan algo ya, los problemas pueden incrementarse.
El pueblo catalán se ha hartado, ha despertado. Hay que atender esta realidad y ver de negociar en busca de una solución intermedia antes de que definitivamente no haya vuelta atrás y nos encontremos con posiciones irreversibles.
Lo curioso del caso es que fue precisamente en Madrid donde llovió y donde se puso de manifiesto que en el Congreso de los Diputados se hace aguas por todas partes. Unas reformas en el edificio no sólo han provocado esas goteras sobre los diputados sino que han tapado algunos impactos de los disparos del intento de golpe del 23F, aunque habían sido expresamente advertidos de que no debían tocarlos. Luego, en la casa de Cataluña en Madrid, hubo un asalto de gente de ultraderecha con una lamentable intrusión en un acto institucional en el que había sobretodo gente mayor.
El pueblo catalán necesita del apoyo de la comunidad internacional y de la gente de bien del resto del Estado. Lo tiene muy difícil.
Caña a la intransigencia que lleva a la ceguera
Álbum particular de fotos del evento
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Joan-Llorenç dalescana@gmail.com
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