Cataratas Victoria desde Zimbabue

Por Pilaryluis

Cataratas Victoria y cañón del río Zambeze


Pasamos la lenta frontera entre Botsuana y Zimbabue y en una hora llegamos al mítico Hotel Victoria Falls que se anuncia como el hotel mas antiguo de Zimbabue, una preciosa reliquia del pasado que sigue conservando ese aire elitista y señorial de los hoteles exclusivos de la clase acaudalada.

Hotel Victoria Falls


 Las cataratas Victoria están ahí mismo y las podemos contemplar cruzando el hotel a través de salones, pasillos y patios que terminan en la puerta que da directamente al precioso marco de las cataratas. Desde los jardines del hotel se puede ver el puente sobre el río Zambeze que une Zambia con Zimbabue y la nube de agua que se forma al caer el tremendo caudal que lleva el río durante el mes de julio (el máximo del año).

Las cataratas desde los jardines del hotel


Un sendero lleva directamente a las Cataratas Victoria; el hotel se encuentra dentro del Parque Nacional y a la entrada del sendero un cartel avisa: “Cuidado! puedes encontrar animales salvajes”. Vamos sin darle mayor importancia y al poco vemos otro que se desvía del camino y lleva al río. Nos metemos en él, al fondo se ve la caseta desde la que se ofrece la posibilidad de saltar en tirolina a través del cañón que forma el río más abajo de las cascadas. Cuando ya casi hemos llegado oímos un mugido característico... horror! allí mismo hay un búfalo que parece poco contento por la invasión de su espacio. A paso ligero vamos hacia la caseta, pero sin correr porque, como se dice en Äfrica: “ todo lo que corre es comida” xD

El humo que ruge

El búfalo africano se considera el animal más peligroso, por encima de elefante, el rinoceronte o el león. Tenemos que volver por el mismo camino pero vemos que el búfalo sigue ahí; dejamos pasar un rato y ni se cantea, como si nos esperase. Pedimos a un guardia con arma que nos acompañe, nos lleva por otro sendero y al ver las huellas nos dice que hay una manada, que son muy peligrosos y que hemos hecho bien en no pasar. Llego a la entrada las cataratas “mudada la color” y respirando hondo.
La entrada cuesta 25 euros o 30 dolares y se puede pagar en estas monedas. En Zimbabue la moneda local dejó de emitirse cuando la inflación alcanzó el 13000% y desde entonces todas las transacciones se hacen en dólares americanos.
Es un lugar agradable. Un camino frondoso y húmedo corre paralelo a las cataratas. Hay 13 miradores y vamos accediendo a ellos poco a poco. La catarata del Diablo, la primera de 75 m. ruge con fuerza y ya impresiona, seguimos por el sendero y otro mirador asoma a un extremo de la catarata Victoria: Ohhh!. Una enorme cortina de agua que se pierde tras la maleza y que es difícil ver el fin. Seguimos por el sendero y a partir del 8 ó 9 mirador ya es imposible ver nada, la nebulosa de agua lo cubre todo formando preciosos arco iris que caminan con nosotros y no nos abandonan. Acabamos totalmente mojados y entendemos por qué todo el mundo lleva uno de los chubasqueros que se alquilan a la entrada. El mirador final, el nº 13, da al puente de hierro construido en los primeros años del s XX y que ahora une Zimbabue con Zambia.

Un trocito de catarata


Arco iris

Antes de salir nos acercamos a ver la escultura David Livingston, el inglés que en 1855 dió a conocer al mundo estas cataratas.

David y Luis

 Nos acercamos caminando al puente. Es posible recorrerlo para hacer fotos sin tener que renovar visados, nos dan un papelito con un sello que devolvemos al salir y ya está. El puente está animado. Se utiliza para hacer "bungy jumping" y hay un grupo de asiáticos esperando para tirarse al vacío. Malica me pongo solo de verlos!.

Que se tiran por el puente!

¿Volando al vacio!

Desde el puente se ve otro extremo de las cataratas y el río que se abre paso en un profundo cañón en forma de zigzag. A las 4 de la tarde tenemos reservado el helicóptero para ver las cataratas desde el aire. Es un vuelo corto (unos 14 minutos) pero el recorrido circular permite verlas desde distintos ángulos. El corazón se me encoge. Que grandes son!. Desde el aire podemos verlas en toda su magnitud: Miden 1, 8 km de largo, las más grandes del mundo, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Vemos el río que se precipita más de 100 m al vacío y continua en un profundo y serpenteante cañón a través de un paisaje más bien árido.
Ya en este punto estoy profundamente enamorada de este grandioso y exagerado espectáculo de la naturaleza, el lugar me ha impactado. Nos cuentan que se ven mejor en septiembre, que bajan con menos agua, pero para mi, que soy de secano, este derroche de agua me parece un lujo.

Las cataratas desde el aire


Victoria Falls es un tranquilo pueblo que vive del turismo aunque parece estar un poco al margen de sus famosas cataratas. El centro lo ocupan varias calles con el mercado de artesanía más popular y un precioso centro comercial que vende artesanía de mayor belleza y calidad. Más alejado del centro, en uno de los barrios se encuentra el mercado de Chinotimba, más parecido a los típicos mercados africanos y donde una vez más encontré un vendedor de jirinjoles, un extraño fruto que se come en mi pueblo, y  poco más que ver, algún restaurante, pocos, ¡hay uno español! y una amplia oferta hotelera.

Vendedor de jirinjoles

Continuamos viaje hasta Sudáfrica en un vuelo Victoria-Johannesburgo-Port Elisabeth para hacer la Ruta Jardín que ya contaremos en otra entrada.