Antes de llegar al lugar que anuncia el enunciado, valga la cacofonía (disonancia poco armoniosa de las palabras ), he hecho una parada ante la fascinante plataforma elevadora Skyview Globe, en el recinto del Ericsson Globe Arena, que es el edificio esférico más grande del mundo. Tiene un aspecto muy lunar este módulo, donde te metes junto a un máximo de 14 personas para disfrutar de Estocolmo a 130 metros de altura. En realidad la sensación es muy placentera, para quienes puedan ya columbrar (ver) en esta actividad riesgos de pánico, claustrofobia o vértigo. El trasunto lunar (paradigma, ejemplo, algo parecido a), que como digo es una gran esfera acristalada, va ascendiendo muy despacio, con el fin de que disfrutes de las panorámicas y puedas hacer fotos sin prisas. Si te animas, tienes que coger el metro, línea verde, y bajar en Globen con dirección a Hangsatran. Bien, una vez que has llegado a esa altura donde planean los vencejos y las gaviotas, para darle un toque más explícito de altitud, el vanguardista elevador se detiene un rato. Hay un asiento en la esfera, por si asomarte a los ventanales te produce un pavor incontenible. En realidad, todo el trayecto, ida vuelta, no pasa de los veinte minutos. El complejo donde me hallo, que es bien futurista, acoge eventos deportivos, o musicales como, el año pasado, el festival de Eurovision. El precio para subir en la esfera es de 150 coronas.
Antes de llegar al lugar que anuncia el enunciado, valga la cacofonía (disonancia poco armoniosa de las palabras ), he hecho una parada ante la fascinante plataforma elevadora Skyview Globe, en el recinto del Ericsson Globe Arena, que es el edificio esférico más grande del mundo. Tiene un aspecto muy lunar este módulo, donde te metes junto a un máximo de 14 personas para disfrutar de Estocolmo a 130 metros de altura. En realidad la sensación es muy placentera, para quienes puedan ya columbrar (ver) en esta actividad riesgos de pánico, claustrofobia o vértigo. El trasunto lunar (paradigma, ejemplo, algo parecido a), que como digo es una gran esfera acristalada, va ascendiendo muy despacio, con el fin de que disfrutes de las panorámicas y puedas hacer fotos sin prisas. Si te animas, tienes que coger el metro, línea verde, y bajar en Globen con dirección a Hangsatran. Bien, una vez que has llegado a esa altura donde planean los vencejos y las gaviotas, para darle un toque más explícito de altitud, el vanguardista elevador se detiene un rato. Hay un asiento en la esfera, por si asomarte a los ventanales te produce un pavor incontenible. En realidad, todo el trayecto, ida vuelta, no pasa de los veinte minutos. El complejo donde me hallo, que es bien futurista, acoge eventos deportivos, o musicales como, el año pasado, el festival de Eurovision. El precio para subir en la esfera es de 150 coronas.