Catorce años

Publicado el 19 agosto 2019 por Molinos @molinos1282
Catorce años. Como escribí cuando los cumplió tu hermana, se acabó la infancia. Llevo todo el año experimentando el final de esa etapa, me aferro a que me des algún abrazo cuando te lo pido y a que sigas contestando "muchísimo" cuando te pregunto cuánto me quieres pero sé que se me está acabando. No quiero ponerme nostálgica ni renegar de la adolescencia porque tus trece años, los que se acabaron ayer, han sido tan divertidos como deseábamos que fueran hace justo un año.  
Releo lo que te escribí el año pasado, cuando cumpliste trece, y veo que hemos cumplido bastante a rajatabla lo que nos proponíamos. Han sido divertidos porque sigues siendo divertida, como siempre lo has sido, desde que eras un mico y hablabas todo con la z (gracias infinitas a mi yo de treinta y cuatro años que se puso a transcribir todas esas conversaciones) hasta ahora que no callas ni debajo del agua.  Las conversaciones contigo están sembradas de frases bombas que nos dejan a todos fuera de juego. «Mamá, ¿has cumplido tus sueños?», «Yo voy a conseguir una beca de un banco porque voy a pensar una idea buenísima, algo que todo el mundo necesite y que sea muy necesario, por ejemplo, papel higiénico» o tus infinitos ¿Y si? que me agotan pero que no quiero que terminen. Ahora que estoy viviendo los quince de tu hermana, prefiero un millón de "Y sis" al caminito de monosílabos que nos espera a la vuelta de la esquina. 
Hemos viajado.  Hemos respondido a la pregunta que me hacías cada vez que echábamos la primitiva «Mamá, si te tocara, ¿lo primero que haríamos sería ir a NY?» El viaje de tu vida: Nueva York. Verte caminar, mirar hacia arriba recorriendo las avenidas, reconocer los edificios, los lugares de tus series favoritas, descubrir contigo Central Park y el MoMA, pasear bajo la lluvia, coger el metro, escuchar ópera en el parque, contarte la historia del Concorde, enseñarte el avión de Top GUn, descubrirte America de Simon & Garfunkel mientras veíamos la Estatua de la Libertad desde un barco, plantarnos delante del Dakota y al volver a Madrid ver La semilla del diablo contigo. También has estado en Hong Kong y Taiwan porque tienes la suerte de tener una abuela genial que vive allí y que quiso celebrar su 80 cumpleaños con toda su familia. Descubrir Asia, descubrir que la extraña allí eras tú «Mamá, hoy nos han hecho fotos en un restaurante» me decías cuando me llamabas desde el otro lado del mundo. Allí descubriste la Mafia y apunté en la lista de pelis pendientes, para ver con vosotras, la trilogía del Padrino cuando me contaste que «la abuela vive cerca de la casa de un mafioso pero es un mafioso bueno porque si haces lo que él quiere no te hace nada». Está claro que necesitas unas clases de mafia siciliana. Aunque también has estado en Sicilia en una boda. Definitivamente en los trece años has viajado demasiado, tenemos que plantearnos los catorce como algo más calmado, más tranquilo.
Las pelis de miedo siguen sin asustarte pero te aterrorizaste con la escena de Chernobyl en la que los hombres suben al tejado a tirar los restos radiactivos, te hiciste bolita en el sofá porque no querías mirar. Adoras a los perros, a Shawn Mendes y la moda y puedes llegar a ser agotadora hablando de las tres cosas. 
Cuando tu hermana cumplió catorce yo tuve miedo, un miedo irracional porque no sabía lo que me esperaba. Ahora sí lo sé y tengo un miedo más real, más justificado. No tengas prisa en pasar los catorce, pasémoslos tranquilas, aburrámonos de rutina, veamos pelis, háblame de influencers, de moda y de maquillaje y sigue taladrándome con preguntas. Continua siendo curiosa, presumida e inquieta y, por favor, no empieces con los monosílabos. Todavía no. 
Feliz cumpleaños, princesa pequeña.
PS: la foto que ilustra el post ha sido elegida tras un largo proceso de negociación entre la homenajeada y la autora.