Cautivos del mal

Publicado el 25 febrero 2012 por Rbesonias

Somos una España extrema, polarizada, contradictoria; en definitiva, cautiva de sus pasiones. El caso Urdangarín corrobora nuestra idiosincrasia nacional.Alabamos las excelencias del poder monárquico con el mismo ímpetu que despotricamos contra sus excrecencias. Juzgamos antes de tener datos, e incluso después de tenerlos, aplicamos una sospecha ignorante y necia, a la que nos agarramos, arengados por el pábulo mediático. No atendemos a más razones que el ruido de la mayoría. No leemos noticias, tan solo tuiteamos titulares, con la esperanza de saciar en ellos nuestra sed de cadáveres. Eso sí, en privado todos somos racionales y taimados, respetuosos y tolerantes, monárquicos y demócratas.No tenemos remedio. Somos carne de populismo, súbditos devotos de la vox pópuli, de la cacería televisiva. Merecemos ser engañados por la clase política; es más, en el fondo nos compensa ser pasivos espectadores de su show diario. Gritamos ¡cómo está el mundo!, para horas después ceder con entregado masoquismo a manos del verdugo de turno. Queremos sangre, no justicia; buscamos desahogarnos, nada más. Nos negamos con resignada pereza a restituir nuestros derechos. Vivimos aún anclados en el atávico escepticismo del nada se puede hacer, siempre ha sido así, y seguirá siéndolo. Morimos por la boca, como el pez.Ramón Besonías Román