Uno de los mejores ejemplos del subgénero “cine dentro de cine”
El más grande, desencantador y amargo melodrama sobre la industria de Hollywood, tan buena como El crepúsculo de los dioses (Sunset boulevard, Billy Wilder, 1950) y, sin lugar a dudas, el más reputado trabajo de Vincente Minnelli- Un americano en París (An American in Paris, 1951) y un cineasta, por otra parte, célebre por sus trabajos dentro del género musical. Protagonizada por unos insuperables Kirk Douglas (padre de Michael) y Lana Turner, hoy día está considerada como una de las imprescindibles de los años 50.
En una sub-estructura de auge y caída (al estilo de las gangster movies) cuenta la carrera del despiadadamente ambicioso y megalómano productor de cine Jonathan Shields (Douglas), dentro de una estructura real de múltiples flashbacks y desde distintos puntos de vista, sobre cómo puteó (de diferentes maneras) a un guionista de prestigio, una estrella femenina del celuloide y un director también en la cumbre de su carrera, los cuales se encuentran reunidos en el despacho de otro productor, amigo de Shields, quien les pide que ayuden a éste último, ahora arruinado, para relanzar un proyecto de película.
Inicialmente iba a titularse “Tribute to a bad man” pero se cambió por este mucho más crepuscular "The bad and the beautiful" para hacer referencia tanto al productor como al resto de protagonistas. Aclamada desde su estreno por su paralelismo con el Hollywood real y sus maquinaciones, pese a estar repleta de estereotipados personajes: hay quién vio o ve al personaje del productor (Douglas) como un David O. Selznick- mecenas de, entre otras, Lo que el viento se llevó (Gone with the wind, 1939) y algunos trabajos del primer Hitchcock en América, y que tuvo una relación, similar a la que tiene Douglas con Turner en la película, con la estrella del Hollywood clásico Jennifer Jones- o incluso un Orson Welles; el personaje del director de cine (de nacionalidad británica ) podría estar inspirado en el propio Alfred Hitchcock, el cual es sabido que tuvo sus más o menos con Selznick durante la filmación de la magnífica Rebecca (1941) o Recuerda(Spellbound, 1945); el guionista sureño puede verse como algún miembro de la llamada Generación Perdida (Faulkner, Scott-Fitzgerald), cuyas obras eran un recurrente reclamo para el cine en la época; y, por último, el director de cine (llamado Von Ellstein), está claramente inspirado en Erich von Stroheim o Josef von Sternberg, coetáneos ambos de la era muda.
Ganó 6 merecidísimos premios de la Academia- sólo perdió, de entre las categorías a las que estaba nominado, el de mejor actor, el cual fue entregado al insuperable Gary Cooper por la brutal Solo ante el peligro (High noon) de ese año. Sorprendentemente, en las nominaciones a Mejor Director no se vio el nombre de Minnelli por ninguna parte. Igual cosa pasó en el apartado de Mejor Película. Hecho insólito porque la industria no empezó a “regalar” premios hasta bien entrada la década de los 60, con quizás En el calor de la noche (In the heat of the night, Norman Jewison) como la, considerada por los miembros de la Academia, "menos mala" de las nominadas en aquella edición de 1967. Quizás era demasiado duro para la Academia entregar un Oscar a una película que trataba sobre la propia corrupción de la naturaleza de esos premios y del despiadado proceso de hacer películas...
Toda la cinta transcurre en el despacho del productor (ya que lo que se nos muestra son, como ya se ha dicho, largos flashbacks), con los otros tres protagonistas sentados rememorando su pasado al lado de Shields, en la ya comentada estructura de un (largo) flashback tras otro. Ese excelente guión, acompañado por una glamourosa puesta en escena cuando se inician los flashbacks, atrapa al espectador. Sincera como pocas, ya que trata sobre la edad de oro de Hollywood y está rodada en esa misma y plena etapa. Y ahí reside el valor de la película, más allá de su (incontestable) clase y calidad: la mordaz crítica a ese sistema hecha por los mismos que contribuyeron a crearlo (la edad dorada y el sistema de estudios el cual, ya se sabe, fue destruido a finales de los 50 y primeros 60, donde el cine americano entró en una profunda crisis de identidad). Además, es un fiel a la vez que amargo y sincero reflejo de cómo se hace cine, ya que en cada uno de los flashbacks se nos detalla el trabajo de las distintas personalidades que trabajan en una película.
El final es mítico aunque, en cierta manera, algo ambiguo, abierto a la interpretación del espectador (no el final en sí, sino el por qué actúan así los personajes y si el espectador actuaría de la misma manera de estar en la piel de alguno de ellos) , con los 3 protagonistas de los flashbacks rechazando, una vez más, las plegarias del productor para volver a trabajar con Shields, y el propio productor empleando el chantaje emocional para recordarles que sí, que Shields se lo hizo pasar mal a todos en el pasado, pero que si hoy son lo que son es gracias a él. Shields describe su proyecto por teléfono al otro productor, y los demás, aún en la sala y conectados al teléfono por otra extensión, comienzan a cambiar de idea a medida que van escuchando…
En resumen, una excelente muestra para todo aquél o aquella que no conozca el cine de los 50 y quiera introducirse en él, y que a buen seguro despertará el interés por ver más obras de está mágica (para algunos la mejor) década del siglo XX en lo que se refiere al séptimo arte.