Qué alegría me produce siempre la aparición de un nuevo libro de Mariano Sanz Navarro, porque sé que encontraré en sus páginas un buen número de aciertos literarios, de sonrisas y de reflexiones interesantes. Para mi dicha (y para la de sus demás admiradores), esa situación se vuelve a repetir en el tomo Cave canem, la recopilación de cuentos que acaba de dar a luz hace apenas unas semanas en la plataforma Amazon. En ella descubrimos pasiones cinéfilas tan intensas como la del muchacho que se encandila con el mundo del celuloide y acaba encontrando en ese mundo un destino imperecedero (“El hombre que mató a Liberty Balance”); fervores literarios que terminan dejando su huella en la textura misma del relato que tenemos ante los ojos (el homenaje implícito que Juan Rulfo recibe en las hojas de “No quise matarlos” es notable); atmósferas marinas donde los mimbres del humor y de la tragedia se mezclan de forma indisoluble (“El artículo 739”); historias durísimas de violencia, maltrato y venganza (como la que sirve de inmejorable soporte argumental para “La soga”); y, sobre todo, impregnando la casi totalidad de las narraciones, un inequívoco amor por los animales, ya sean perros, gatos, caballos, pulgas o mancuspias (aquí el homenajeado es un conocido escritor argentino).
Dueño de una prosa tranquila, fluente e inconfundible, Mariano Sanz Navarro vuelve a componer un volumen estupendo, que hará las delicias de quien abra sus páginas y decida sumergirse en el estanque de sus historias, del que siempre se sale fresco y reconfortado. Muy aconsejable.