Llueve... pero escampaCavernícolas con poder
El mismo mes y año en que Caracas ardía por los 4 puntos cardinales, como consecuencia de una insurrección popular, se estrenaba en el cine mundial la película “Sexo, Mentiras y Vídeo”. Según la caterva gobernante “El Caracazo” fue el génesis de esta bazofia de revolución, es decir, el pecado original que nos condenó al infierno en la Tierra, aunque todos sepamos que es una conveniente mentira para justificar los arteros golpes de Estado de 1992 contra el último intento por implementar medidas que nos sacasen de un modelo paternalista y nos convirtieran en un país moderno, con libertades económicas y con una verdadera descentralización.Esa película ha sido tan icónica que muchos titulares de periódicos, episodios de las series de televisión y artículos de prensa han jugado con el título del film, usualmente en la forma de sexo, mentiras y otra cosa o algo, mentiras y vídeo. Desde El Aprendiz (cuando Donald Trump era un showman sin investidura presidencial) hasta Los Simpson han emitido capítulos con ese nombre. Un fenómeno que ha cobrado vida propia, más allá del impacto mismo de la película. Por ello es que un régimen fatuo, pantallero, mentiroso, fraudulento y dirigido por un aprendiz de tiranozuelo tenía que armar una tramoya con vídeos y mentiras por doquier, lo único que le ha quedado a una revolución que no engatusa ni a su propia gente.
A partir de ahí el comisario Oscar Pérez se convirtió en un extremista que actuó como lobo solitario, dirigido por el imperio norteamericano (cuando no), para atentar contra la República. Él condujo un ataque desde un helicóptero no artillado contra la sede del TSJ. Perforó algunos ventanales con su arma de reglamento y lanzó varias granadas que “no explotaron por la rápida acción de los custodios del TSJ” (Mikel Moreno dixit) con lo cual imagine a unos heroicos custodios acostados sobre las granadas hasta que le colocan el pasador de seguridad (toda película de acción tiene una bomba que es desactivada en la última fracción de segundo).Para rematar le agregaron un preescolar, que dizque aún tenía los hijos de unos trabajadores que habían salido de laborar tres horas antes de los hechos, para convertir la decisiva y valiente acción de un funcionario comprometido con la democracia en un despreciable acto de cobardía y traición. Resulta que el helicóptero, que no estaba en el guion de Villegas, hizo una incursión sin víctimas, menos de las que tiene, entre pecho y espalda, el expresidiario que preside el máximo órgano de injusticia del país.
Llueve... pero escampaPor Miguel Yilales @yilales
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