Cayetana Guillén Cuervo y El malentendido

Publicado el 18 febrero 2013 por Juliobravo
La muerte, hace un mes, del actor Fernando Guillén, cuando quedaban solo diez días para el estreno de «El malentendido» en el teatro Valle-Inclán, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional, hizo muy especial a este montaje, que ya lo era por distintas razones. Su impulsora, Cayetana Guillén Cuervo, lo ha puesto en pie como homenaje precisamente a su padre, enfermo desde hace varios años; Guillén y su mujer, Gemma Cuervo, estrenaron la obra hace años, en circunstancias difíciles y sorteando a la censura de la época. Y Cayetana quería también reconocer el esfuerzo de aquella generación de actores.
El estreno y las funciones posteriores tenían una carga emotiva especial (para Cayetana y para el resto del reparto) que sumar a la puesta en escena de un texto complejo y emocionante de por sí. La obra de Albert Camus es tremenadamente intensa y desasosegante. Un hombre vuelve tras muchos años a la casa en la que nació, donde viven su madre y su hermana, pero no se identifica, y espera para hacerlo. Pero las dos mujeres, que regentan un pequeño hotel, suelen matar a los huéspedes mientras duermen para así desvalijarlos; y eso pretenden hacer con su actual visitante. Los silencios, el dolor, el rencor, el hastío, son elementos de un texto (de un subtexto) brutal, punzante y poético.
Tras varios años dedicados a Shakespeare y los clásicos del Siglo de Oro español, Eduardo Vasco ha vuelto al siglo XX. Su montaje, sobrio y recogido, apoyado básica y cuidadosamente en la palabra y la interpretación, convierte el escenario en una enorme cruz, reforzando lo que de ritual tiene el teatro y esta amarga función y gris función, a cuyo ambiente tenebrista contribuyen los claroscuros de la iluminación de Miguel Ángel Camacho y el contenido vestuario de Lorenzo Caprile
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Con los focos centrados en ella, Cayetana brinda una interpretación soberbia, gritando entre dientes la rabia de un personaje resentido, enfrentado con la vida que le ha tocado vivir, y con el corazón anestesiado. No la había visto anteriormente sobre las tablas, y me sorprendió. No lo hizo Ernesto Arias, luminoso en su ansioso y esperanzado personaje, ajeno a lo que le espera; ni Julieta Serrano, mezcla de dureza y ternura. Lara Grube y Juan Reguilón completan el afinado reparto de este espléndido montaje. 
Una cosa más: todas las funciones a las que he asistido últimamente (sólo dos fueron el día del estreno) estaban abarrotadas. Me consta que «El malentendido» llena todos los días, y ocurre lo mismo en varios teatros. No hay nada que me alegre más y que demuestra que la gente sigue acudiendo al teatro cuando lo que se programa le resulta interesante.