Este ejemplar de las fotos era uno de un grupo de 4 ejemplares de zorzal patagónico (Turdus falcklandii), bastante abundante en la Patagonia según pude observar en la recorrida que hice a fines de noviembre. Estos zorzales aprovechaban el riego artificial que se le hacía aun cantero con césped de una estación de servicio YPF en la localidad de Tecka, Chubut. Los zorzales están habituados a ver pasar gente ya que es una linda y gran estación luego de recorrer varios cientos de kilómetros con no tantos servicios en el camino. Fui acompañado de mi hija menor Agustina de solo 6 años para ver y mostrarle este modo de alimentación que tienen y de paso sacarle algunas fotos. Si bien lo tuve bastante próximo, la escasa luz por el día nublado sumado al movimiento del ave en busca de lombrices me hizo descartar unas cuantas imágenes, rescato estas donde lo pude retratar buscando, encontrando y devorando una lombriz, hasta que una vez satisfecho se voló. Antes de tomarle las fotos pude ver más capturas de lombrices, con una velocidad sorprendente y un sentido de la visión notable, casi incomprensible para nosotros ya que con nuestros ojos no podemos ver absolutamente ningún anélido entre la gramilla.
Los zorzales del género Turdus, de los que hay 8 especies en el país se caracterizan por ser devoradores de invertebrados, insectos y especialmente lombrices. Las suelen atrapar mirando hacia la tierra con su aguda vista cuando el suelo está empapado luego de las lluvias o en lugares donde se hace riego, usualmente parques y jardines. Si bien los zorzales en su hábitat natural son en su mayoría habitantes de los montes y bosques son bastante esquivos con los humanos, aunque han sabido adaptarse a las nuevas oportunidades que brindan las urbanizaciones y aprovechar estos nuevos y más abundantes recursos que en su ambiente original tal vez sean más escasos o difíciles de obtener.
Este ejemplar de las fotos era uno de un grupo de 4 ejemplares de zorzal patagónico (Turdus falcklandii), bastante abundante en la Patagonia según pude observar en la recorrida que hice a fines de noviembre. Estos zorzales aprovechaban el riego artificial que se le hacía aun cantero con césped de una estación de servicio YPF en la localidad de Tecka, Chubut. Los zorzales están habituados a ver pasar gente ya que es una linda y gran estación luego de recorrer varios cientos de kilómetros con no tantos servicios en el camino. Fui acompañado de mi hija menor Agustina de solo 6 años para ver y mostrarle este modo de alimentación que tienen y de paso sacarle algunas fotos. Si bien lo tuve bastante próximo, la escasa luz por el día nublado sumado al movimiento del ave en busca de lombrices me hizo descartar unas cuantas imágenes, rescato estas donde lo pude retratar buscando, encontrando y devorando una lombriz, hasta que una vez satisfecho se voló. Antes de tomarle las fotos pude ver más capturas de lombrices, con una velocidad sorprendente y un sentido de la visión notable, casi incomprensible para nosotros ya que con nuestros ojos no podemos ver absolutamente ningún anélido entre la gramilla.
Este ejemplar de las fotos era uno de un grupo de 4 ejemplares de zorzal patagónico (Turdus falcklandii), bastante abundante en la Patagonia según pude observar en la recorrida que hice a fines de noviembre. Estos zorzales aprovechaban el riego artificial que se le hacía aun cantero con césped de una estación de servicio YPF en la localidad de Tecka, Chubut. Los zorzales están habituados a ver pasar gente ya que es una linda y gran estación luego de recorrer varios cientos de kilómetros con no tantos servicios en el camino. Fui acompañado de mi hija menor Agustina de solo 6 años para ver y mostrarle este modo de alimentación que tienen y de paso sacarle algunas fotos. Si bien lo tuve bastante próximo, la escasa luz por el día nublado sumado al movimiento del ave en busca de lombrices me hizo descartar unas cuantas imágenes, rescato estas donde lo pude retratar buscando, encontrando y devorando una lombriz, hasta que una vez satisfecho se voló. Antes de tomarle las fotos pude ver más capturas de lombrices, con una velocidad sorprendente y un sentido de la visión notable, casi incomprensible para nosotros ya que con nuestros ojos no podemos ver absolutamente ningún anélido entre la gramilla.