Con el XVI Premio de novela corta de la Diputación de Córdoba nos adentramos en una novela negra, muy arriesgada por el tema principal.
En apenas 208 páginas consigue sumergirnos en el Valle de Aran, en un principio nos lo describe como un paisaje idóneo para refugiarse, y aunque duro, excelente para evadirse del mundanal ruido. Pero en pueblo tan pequeño todo el mundo conoce los secretos de todos, y una pequeña modificación en sus vidas puede poner lo que conocen patas arriba. Por eso cuando un nuevo vecino llega a Eth Hiru se desencadenan diversos acontecimientos que difícil olvidaran alguno de sus vecinos.
José Luis se atreve con un tema que es peliagudo porque parte de su trama se centra en ETA, pero no ya sólo eso. En las líneas argumentales más secundarias también pondrá de manifiesto el maltrato, y que la gente termina haciendo oídos sordos por muy conocedores que sean. Aunque al igual que callan unas cosas también callan otras como las infidelidades y es que aunque se hable a hurtadillas es mejor no airear los trapos sucios de los demás no sea que les salpique.
Bien llevada, y no dejando ningún cabo suelto, difícil para su extensión. No divaga por las ramas, claro y conciso. Con unas excelentes descripciones que nos hacen vislumbrar todo lo que acontece en su medida justa pero sin ser excesivas.
Existen gran variedad de personajes, poco a poco vamos conociendo a casi todos los vecinos del pueblo, esos que enmudecen por miedo, pero que también tienen secretos; secretos del pasado que les persiguen todos los días y que vamos conociendo por medio de algún flash back. Nos hace adentrarnos en sus mentes, en sus miedos y angustias, y por qué no alguna esperanza aunque al final no dejemos de ser todos cazadores y presas.
Lo único que yo hubiese cambiado es la portada poniendo es su lugar el cuadro del que habla el autor y lleva por título el mismo que la novela.
Una buena novela, con un buen ritmo. Como frase que pueda resumir el argumento nada más sencillo que la venganza se sirve en plato frío.