
Cazadores en la nieve fue escrito cuando mi madre veía por primera vez mi cara y es uno de los testimonios más claros del inconfundible estilo del autor: situaciones cotidianas, conflictos morales, un prosa muy sencilla y, sobre todo, una capacidad envidiable para el detalle. Porque sus relatos deben ser leídos con mucha atención, sin dejar pasar por alto ninguna de sus situaciones, por muy leves que parezcan. Wolff es de los autores tocados con una varita mágica para contar sin palabras.
El relato que da nombre a esta colección es digno de ser disfrutado y analizado a partes iguales. Cuanto menos pasa, más pasa. Y es esta dualidad la que te hace repetir la lectura, volverte a meter en esa furgoneta fría y marear entre las cabezas de los tres protagonistas. Una delicia, en definitiva.
Debería ser una referencia indispensable para todos aquellos a los que se les pase por la cabeza escribir un buen relato.