Estos cazadores, en ocasiones, irrumpen en reservas de la biósfera o propiedades privadas y aprovechan que los animales se sienten seguros para dispararles, otros, incluso, perforan tubos de agua, esperan a que lleguen a beber y les disparan. Después, se toman fotografías con los animales que mataron, como si pudieran sentirse orgullosos de sus acciones, y las suben a redes sociales.
En algunos casos, las crías de estos animales silvestres quedan huérfanas y no logran sobrevivir, otras, con más suerte, son resguardadas en reservas ecológicas o direcciones municipales.
Los ecologistas señalan que las autoridades no están haciendo nada al respecto, por lo que insisten en que estas personas sean castigadas por el daño que están causando al medio ambiente.