Cazadores, guardas con escopeta y otros amantes de la naturaleza

Por Davidalvarez
Una de las frases que escucho más a menudo es la del supuesto amor por la naturaleza de muchos cazadores. Unos señores que en su afán por preservar y proteger nuestros valores naturales salen al campo a matar animales y así demostrarles su amor incondicional. Se que muchos me dirán que hay cazadores de todo tipo y que no se puede generalizar, pero aún así, se me hace muy difícil entender que la manera de demostrar el afecto por un animal sea pegarle un tiro. La misma duda me entra cuando veo a un guarda matando cormoranes o lobos por orden de la Consejería de Medio Ambiente, porque según nos dicen, así se protegen nuestros ecosistemas y se conserva la naturaleza
En el caso de los responsables de Medio Ambiente, estas excusas vuelven a dejar clara la capacidad de los cargos políticos para tratarnos como idiotas sin que se note demasiado. En vez de explicar claramente por qué toman estas decisiones en contra de todos los estudios científicos que las desaconsejan, se inventan motivos absurdos que no se sostienen de ninguna forma, salvo por un innegable interés electoralista. Por otra parte, no deja de resultar paradójico que los guardas que deberían dedicar su tiempo a proteger el medio ambiente y a sancionar a los que lo agreden, tengan como prioridad en este caso matar animales en vez de tratar de evitar esas agresiones.
Una garza real y un azulón muertos entre la basura de la presa
Estas impresiones personales quedan muy bien explicadas al observar las fotografías que ilustran esta entrada, tomadas hace un par de días en el embalse del Furacón (Río Nalón, centro de Asturies) por mi amigo Manolo Pajuelo. Entre los restos de vegetación que se acumulan en la presa de este embalse se pueden ver los cadáveres, presuntamente tiroteados, de un macho de Azulón y de una garza real. A poca distancia, cuatro cormoranes grandes, dos garzas mas y una cerceta común, habían corrido la misma suerte, y con total seguridad, otras muchas aves estarían tapadas por la basura y otras ya habrían sido retiradas en las operaciones de limpieza rutinaria de la presa.
Cualquiera que haya visitado este lugar, o cualquier otro embalse de similares características, sabrá que un ave que sea cazada aquí no puede ser recogida, a no ser que se cuente con perros capaces de recuperarlas una vez que caen muertas o heridas al agua. Todas las veces que se han visto cazadores aquí nunca se les ha visto acompañados de perros, por lo que la mayoría de las aves abatidas caen al agua y ahí se quedan. ¿Alguien podría explicarme el interés que tiene para estos cazadores, que no son pocos, cazar aquí, aparte del placer que les produce matar animales? Pero no solo eso, además de patos, entre los cadáveres había varias especies protegidas, como las garzas reales, cuya caza esta prohibida ¿Donde estaban los guardas que deberían sancionar estas prácticas?
Dos cormoranes muertos entre los restos de vegetación de la presa
Pues seguramente esos guardas estarían muy cerca y sería muy complicado diferenciarlos de esos cazadores salvo por el uniforme. Al igual que ellos, escondidos tras la vegetación de las orillas, se pasan gran parte de su jornada laboral matando cormoranes grandes para así satisfacer las peticiones de los pescadores deportivos. Resulta curioso que la mayoría de los cormoranes que aquí se alimentan no comen salmones, sino Leuciscos o cachos (Leuciscus cephalus), que han sido introducidos ilegalmente por algunos de esos pescadores.
Ya no recuerdo las veces que comenté en este blog el tema de las matanzas de cormoranes grandes. Cómo a pesar de los cientos de estudios científicos que confirman el absurdo de esta medida, la consejería lleva masacrando a esta especie desde hace una década. Anualmente, la Dirección General de Recursos Naturales redacta una resolución en la que indica el número de ejemplares que deben ser matados cada temporada. Desde hace años ese número se ha establecido en 240 aves sin que nadie haya sido capaz de explicar que criterios se han seguido para establecer ese número cabalístico. Como comentaba anteriormente, estos señores siguen tratándonos como idiotas, ya que no hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de que esa resolución sólo sirve para justificar que se puedan matar todos los cormoranes que se quiera, ya que las aves muertas ni se recogen ni se contabilizan.
Macho de cerceta común, presuntamente tiroteado
La conclusión parece evidente. Un grupo de cazadores matan todo lo que les pasa por delante, incluidas varias especies protegidas, sin otro interés que el disfrute de tirotearlas. Mientras tanto, los que deberían controlarlos y sancionar esas prácticas ilegales, no lo hacen porque están ocupados matando otras aves para satisfacer a un colectivo de pescadores. Asimismo ni siquiera cumplen sus propias resoluciones, ya que no contabilizan las aves que matan y ni siquiera las recogen.
NOTA: Estos hechos han sido comunicados al Seprona para que los investigue.