Desde el año 2008 que Cecilia Bartoli no visitaba el Palau de la Música de Valencia, en aquella ocasión lo hizo para presentar su disco dedicado a la cantante de ascendencia española María Malibrán, al año siguiente la pudimos escuchar en el Auditorio de Castellón en un magnífico recital de piano en el que, bajo el título Soirée Rossiniene volvía a sus orígenes cantando a Rossini, Bellini y Donizetti, pero también a Manuel García, padre de la Malibrán, y alguna composición de Pauline Viardot, su hermana, terminaba con dos bises de De Curtis y el Canto Negro de Montsalvatge, fue un recital inolvidable. Tres años después de aquel recital en Castellón la hemos tenido otra vez en Valencia para ofrecer una selección de piezas de su último álbum discográfico, Mission, dedicado exclusivamente a un compositor que yo sólo conocía por algunos deliciosos duetti grabados y publicados a principios de los años ochenta por Deutsche Garammophon; este disco, gracias a la curiosidad que se ha despertado por el compositor a raíz del disco de Bartoli ha sido reeditado recientemente.
Si DiDonato me sorprendía hace unos días porque su actuación en vivo superó mis expectativas podríamos decir que con Bartoli me ha ocurrido lo contrario pero eso no quiere decir que me haya defraudado. Se ha presentado con el mismo vestido en tonos y azules que luce en el DVD grabado en Versalles, ha estado acompañada por I Barocchisti bajo la dirección de Diego Fasolis. El programa del concierto ha estado dedicado exclusivamente a piezas compuestas por Agostino Steffani siguiendo el esquema habitual en los conciertos en los que participa un solista vocal, se comienza con una pieza instrumental y se van intercalando otras cada dos o tres arias en las que interviene el cantante. Hay que ver lo que evolucionó el barroco en muy pocos años, las piezas de Steffani tienen, a mí me lo parece, al menos tal y como lo presenta Fasolis, algo que está mirando todavía a la música renacentista, parecen como de transición hacia el Barroco pleno y el compositor tan solo se lleva una treintena de años de adelanto con respecto a Vivaldi o Haendel.
Tiene mucho mérito Bartoli al correr el riesgo de aventurarse en este tipo de proyectos que intentan difundir la música de compositores desconocidos y no fáciles para el gran público, una señora me dijo que el repertorio escogido por la mezzo romana era "muy árido" y algo de razón tenía aunque a mí es un repertorio que me gusta. Bartoli no ha otorgado muchas concesiones a la galería, aunque hay que decir que una de ellas, el duelo-rivalidad entre trompeta y mezzo con el que a terminado la primera parte, ha valido por todas. Me quedo con los momentos de abandono en los que la mezzo saca a reducir su sentido melódico, aquellos en los que aparece la Bartoli más íntima de fiatos interminables y extraordinario fraseo capaz de encontrar infinidad de colores con los que expresar minuciosamente cada uno de los matices que ofrece el texto. Bartoli ya no tiene la frescura de aquella jovencita que hace más de veinte años que deslumbró al mundo con sus interpretaciones rossinianas y no es lógico que le pidamos lo mismo, lo que ha perdido tímbricamente, yo creo que sobre todo en graves, lo ha ganado en madurez y matices expresivos.
Fasolis e I Barocchisti han estado bien pero se han pasado con los efectos especiales como de grillos y agua en el aria de Alcibiade de La libertà contenta, "Notte amica al cieco dio" o las campanillas en otra cuyo título ahora mismo no recuerdo.
Lo mejor al final. Han ofrecido tres bises: Lascia la spina del oratorio Il Trionfo del Tempo e del Disinganno de Haendel, el aria di bravura "Destero dall'empia dite"de Amadigi también de Haendel, con su estupendo diálogo entre la trompeta y el fagot y, para terminar, si la memoria no me juega una mala pasada, que todo pudiera ser, a estas alturas de la noche me están asaltando las dudas, "Gelido in ogni vena" de Il Farnace de Vivaldi.