Como ya os conté, el día 24 fué el cumple de David y lo celebramos por partida doble: el 24 en casa con los yayos, los tios y los primos y el 25 en el parque con los amigos de los papás.
Han sido dos días agotadores, pero lo hemos pasado en grande...
David ha estado los dos días contentísimo y encantado de ser el centro de todas las atenciones ( y super feliz con los regalos, por supuesto!).
De hecho, tan encantado estaba con su fiesta, que cuando le sacamos la tarta, le cantamos cumpleaños feliz y le hicimos soplar la velita, nos lo hizo repetir tres o cuatro veces...vamos, que mi niño no tiene muchos problemas ni de timidez ni de autoestima!!! jajaja
Además de las celebraciones del cumple, que le han traido loquito de contento, también está avanzando mucho en el tema del habla y de la psicomotricidad. Ha aplicado lo que aprendió en las escaleras del parque de bolas a todas las escaleras en general, y ya se ve capaz de subir casi todas el solito!! (aunque a su modo particular, claro) y empieza a repetir como un lorito todo lo que oye.
Así que esta visto que tenemos razón en eso de que hay que dejar que desarrollen a su ritmo, puesto que antes o después todos llegan al mismo punto, y es importante que disfruten del proceso de aprendizaje.
Hoy, despues de dos días de emociones fuertes, hemos vuelto a la tranquilidad...
Esta mañana, (no sé muy bién porque, pero me encanta, David se ha pasado un buen rato dándome abracitos y achuchones sin parar.. Siempre ha sido y es un niño muy muy muy cariñoso, pero lo de esta mañana ha sido demasiado incluso para el... he disfrutado una barbaridad!!!
Así que si tuviera que resumir un pocas palabras como he vivido y que he sentido estos días, diría que me he sentido feliz y muy orgullosa de la personita en la que se está convirtiendo David...
Esto nos carga las pilas para seguir adelante como hasta ahora, a nuestra manera y sin escuchar demasiado a nadie más que a nuestro hijo, que es quien realmente nos guía en este camino que hemos emprendido juntos, mostrandonos en cada momento nuestros aciertos y errores.
No me cabe duda de que él es nuestro mejor maestro.