Y para amenizar todo, una palabra empezaba a revolotear y sonar con fuerza… Crisis. No era el mejor momento para empezar, pero el barco ya había zarpado. Los inicios no fueron muy halagüeños, pero, al menos, la inversión económica no fue importante. Pocos asistentes, pero la mayoría de las opiniones eran positivas, (te hacen creer en lo que haces o, por lo menos, ayudan).
De aquella primera vez salí satisfecho. Quedaba mucho por pulir: “pisar tablas”, mejorar el personaje, sustituir algunas historias. Lo difícil fue darme a conocer… Las redes sociales estaban en pañales… O por lo menos para mí. Durante un año y medio aguanté como había previsto en el plan de empresa que elaboré. Porque a fin de cuentas, nunca mejor dicho, se trata de eso, de que salgan las cuentas, es una empresa. Y, como se escondían, eché el telón, por lo menos oficialmente. Seguramente algo falló. Pude haber sacado otra ruta, pero decidí dedicarme a otros quehaceres. Pero, nunca se me pasó por la cabeza enterrar lo levantado. Y, así, corría 2010, 2011 y surgió la sociedad low cost que corrió como la pólvora, y volví a intentarlo. No fue nada mal. “Nacieron” otros dos “hijos” en poco tiempo, dos nuevas rutas, otros dos hermanos, otras épocas, otros personajes… El juego continuaba… Y hablando de continuar… Continuará… ¡Gracias!