Navegando frente a la isla de Tinos
Mikonos Town en la distancia
Atardecer en el Egeo
Navegando frente a la isla de Andros
El recibimiento que nos hacían los camareros en el Grand Epernay
Atenas
Teatro de Dioniso
El Ágora
El Templo de Zeus visto desde la Acrópolis
El Erectión
La visita al parque nacional, llamado Zapion y la zona del parlamento y el Templo de Zeus, estaba tomado por la policía, (pero cientos de ellos), el parque cerrado a cal y canto y grupos de estudiantes reunidos por los alrededores. La céntrica calle Amalias y las adyacentes cortadas al tráfico. Así que con ese ambiente y como no sabíamos muy bien que es lo que pasaba, decidimos bajar por la calle que bordea el parque nacional y llegar hasta el Estadio Olímpico. Básicamente te mueves por el triángulo formado por la Plaza Sintagma, la Plaza Omonia y el barrio de Plaka. Como punto de máximo interés fuera de ese triángulo estaría el Museo Arqueológico Nacional.
El estadio Olímpico
El Templo de Zeus
Zarpando de El Pireo
Al día siguiente era un día de navegación rumbo a la última escala de este crucero, Nápoles. El día amaneció precioso, supongo, porque nosotros estábamos en la cama y nos levantamos muy tarde. Eso si, cuando corrimos las cortinas un espléndido sol se colaba por el balcón de nuestro camarote y con una temperatura exterior fantástica. De esa manera decidimos tomarnos un café “aguachirri” solamente para desayunar y acudir pronto a comer. El resto del día transcurrió de lo más relajado (que falta nos hacía), dando paseos por cubierta, perdiendo la mirada en el horizonte, charlando animadamente, jugando al mini golf, tomando un cafetito en el café Al Bacio… y contemplando nuestro penúltimo atardecer.
Dormitando en la Solstice Deck
Pasando la tarde en el Lawn Club
Precioso atardecer con la isla de Sicilia al fondo antes de atravesar el Estrecho de Messina
El banco de diseño que yo tendría en mi jardín si tuviera dinero para comprarlo... y si tuviese jardín.
Esta noche previa a la llegada a Nápoles era la última cena de gala. Lo tengo que decir.. mi mujer iba guapísima de largo con un vestido negro, aunque esté mal que yo lo diga, lo que pasa que no tengo permiso para subir fotos suyas. La tripulación del restaurante nos organizó una pequeña fiesta, bajando por las escaleras del Grand Epernay, cantando y volteando las servilletas, incluido nuestro camarero Omar.