Este día llegábamos a Estambul y teníamos unas ganas enormes. A pesar de haber estado hace un año en ella durante cuatro días, queríamos ver cosas que se nos habían escapado la vez anterior y regresar a otras que sí habíamos visto, y que nunca te cansas de volver a contemplarlas.
Por nuestra parte la primera labor que teníamos era localizar el centro cultural para reservar por la tarde nuestra entradas para ver a los Derviches. Y acudimos allí porque no sólo queríamos verles a ellos, sino que lo que queríamos era ver el ritual completo, incluido el concierto de música sufí. Lamentablemente estaba prohibido fotografiar y filmar. Después dimos un repaso por esas maravillas que posee esta mágica ciudad.
El puente que comunica el continente Europeo con el asiático
Santa Sofía
Interior de la Mezquita Azul
Típicas casa de madera en el barrio de Sultanahmet
Exteriores de la Mezquita Azul
Santa Sofía
Los sufíes buscan la unión mística con Dios a través de diversos medios. Los derviches son los seguidores de Jalaluddin Rumi, un poeta y místico del siglo XIII actualmente llamado Mevlana quien desarrolló un ritual de cantos, oraciones y giros sobre la música sagrada que produce un estado de trance que se dice se percibe como una comunión con Dios por parte de los discípulos bien entrenados. La orden de Mevlana es musulmana pero está abierta a cualquiera que busque la unión mística con Dios como lo expresa este verso de Rumi (Mevlana Celalettin Rumi):
Quien quiera que usted sea , venga
Incluso si usted es
Un infiel, un pagano o un adorador del fuego, venga
Nuestra hermandad no es de desesperanza
Incluso si usted ha roto sus votos de arrepentimiento cientos de veces, venga.
Los derviches tuvieron una profunda influencia en la vida política, social y económica durante el Imperio Otomano pues varios sultanes fueron sufíes de la Orden de Mevlana. Su importancia ha disminuido actualmente en la Turquía actual pero aún sobreviven como "asociaciones culturales”.
La asociación cultural
Después de los cantos y las oraciones, los derviches circularon, cada uno inclinándose hacia los viejos maestros y entre ellos varias veces para reconocer las respectivas almas. Entonces, los cinco derviches se quitaron los trajes negros que simbolizan los limitados aspectos materiales de sus seres. El semazenbashi, también llamado seyh o jeque se acercó para vigilar mientras que cada derviche a su turno saludaba a los mayores. Cada derviche recibió la bendición de los mayores bajo la mirada atenta del jeque y se movían girando en sentido contrario a las manecillas del reloj sobre su pie izquierdo.Al principio con las manos apretadas y pronto con los brazos extendidos con la mano derecha mirando hacia el cielo para recibir la benevolencia de Dios y la mano izquierda mirando a la tierra para distribuirla a toda la humanidad.
Una explicación hipotética del trance de los derviches es la siguiente. Sus giros provocan que la parte del cerebro responsable de la conciencia espacial (lóbulos parietales) tenga dificultad para reconciliar la información que recibe desde los cinco sentidos con la proporcionada por los conductos semicirculares del oído interno. Esto traería vértigos que causarían que cualquiera parara de girar o perdiera el equilibrio y se cayera pero el intenso entrenamiento de los derviches les permite continuar hasta que la persistencia de señales contradictorias sobrecarga el centro de asociación espacial al punto de causar que se desconecte.
Esta parte del cerebro, los lóbulos parietales superiores, nos dan la conciencia de la extensión espacial de nuestro cuerpo. Nos dice donde terminamos y donde empieza nuestro entorno. Una lesión en esta área paraliza nuestra habilidad de maniobrar en el espacio físico y no seríamos capaces de calcular las distancias y ángulos necesitados para ordenar a nuestros movimientos levantarnos de nuestra cama a una silla al otro lado del cuarto.
Cuando la intensa sobrestimulación de los giros causa la momentánea desactivación de su centro espacial, el derviche pierde la conciencia de donde termina su cuerpo y donde empieza el universo exterior. Gracias a su entrenamiento otras partes del cerebro mantienen sus movimientos rituales mientras que él tiene la impresión de ser liberado de las limitaciones de su cuerpo físico y ego individual.
Perder la conciencia de los límites de su cuerpo físico se traduce en una sensación de unidad con el universo girando alrededor de él y hace falta muy poca incitación para causar que este sentimiento exaltado sea interpretado por sus lóbulos temporales como una comunión de su ser con Dios.
Observé las caras de los bailarines mientras giraban delante de mí. Algunos de ellos en efecto se veían parte del tiempo como si estuvieran fuera de este mundo.
Una vez que iniciamos de nuevo la bajada hacia el Puente de Gálata y llegamos a él, nos hicimos la misma pregunta que hace un año : ¿ Cómo es posible que todavía queden peces... ?
Un inciso. Para los que tengan curiosidad por conocer el significado, o mejor dicho, la traducción de las frases de los imanes cuando llaman a la oración a la vez desde todas las mezquitas, es el siguiente :
Allah es el Más Grande, Allah es el Más grande;
Allah es el Más Grande, Allah es el Más grande.
Atestiguo que no hay más deidad que Allah;
Atestiguo que no hay más deidad que Allah.
Atestiguo que Muhammad es el mensajero de Allah;
Atestiguo que Muhammad es el mensajero de Allah.
¡Venid a la oración!¡Venid a la oración!
¡Venid a la salvación!¡Venid a la salvación!
¡Allah es el Más grande!¡Allah es el Más Grande!
No hay más deidad que Allah.
Justo nada más atravesar el Puente de Gálata, y junto al mercado de las especias, encontrareis la Mezquita de la Madre del Sultán. Suele pasar desapercibida su visita interior, pero os la recomiendo. Casi, casi tan espectacular en la ornamentación de los azulejos que la Mezquita Azul.
Y esta del exterior de la misma.
Mezquita de Solimán
Y llegaba el momento de la despedida de Estambul. Con pena no nos quedaba otro remedio que embarcar en el Solstice.
El Solstice preparándose para partir
Emotiva despedida de los remolcadores
Y mientras en la ciudad se preparaba un tormentón de órdago para llorar nuestra partida.
Hasta la vista Estambul .