Sin embargo, la idea que plasmó desde el primer minuto fue la de tener la pelota y hacerla circular pacientemente, quiero creer, con el objetivo de mover al rival a lo ancho para encontrar espacios, ganar espaldas, y lo que suele acostumbrarse a hacer. Claro, una idea contradictoria con las características de los jugadores destinados a realizarla, surte el mismo efecto que el de ir a la guerra con escopetas recortadas, pero de una revista.
Ya en admonición del partido, Mancini agregó a Agüero y más tarde a Johnson. El Liverpool siguió bien parado atrás metiendo miedo en cada contra, entonces el City no tuvo mejor remedio que tirar centros al área toda vez que por el medio no se podía. Y a Silva y a Agüero a cabecear, sí, los más altos. Y Dzeco a pivotear en las puertas del área y a lanzar largos pelotazos hacia las puntas. Además, Johnson, en quien no es difícil evidenciar la zurdés que lo caracteriza, a jugar por derecha y a desbordar para terminar tirando con la derecha unos simpáticos centros por detrás del arco.
Lo único que sé y que ya he dicho y continuaré repitiendo hasta el hartazgo, es que jugando de esta manera, el Manchester City está muy lejos de obtener el éxito esperado. Es la tercera competición de la que se va eliminado, y solamente le queda pelear por la liga en la que está puntero gracias a estupendas actuaciones de Hart, de Silva, y de Agúero, y en cualquier momento, se les termina la racha
Espero que quienes pasan la vida repitiendo que el resultado es lo único importante, tuvieran el mismo criterio para juzgar al entrenador del Manchester City.