Encontré este libro, por casualidad, echando un vistazo a la mesa de novedades de Machado Libros (sucursal del Círculo de Bellas Artes). No sabía de su publicación, ni siquiera de su existencia, ignoraba que el prestigioso Sollers se había ocupado de alumbrar algunos aspectos oscuros del siempre polémico Louis-Ferdinand Céline. El libro fue traducido y publicado en Buenos Aires y llega a España de importación. Se ha estado vendiendo bien aquí, por lo que me contó María Herráez en la librería. Por supuesto, me lo compré sin pensarlo.
Consiste en la compilación de una serie de textos (conferencias, artículos, extractos de memorias, etc) en los que Philippe Sollers ha tratado la figura y la obra de Céline, y contiene frases para anotar, y verdades como puños. El apasionado por los libros de Céline (aunque sólo haya leído Viaje al fin de la noche) no debe dejarlo escapar. Unos extractos:
Si se quiere establecer, y rápido, un catálogo apasionado de Céline, hay que empezar diciendo que Viaje al fin de la noche es una obra maestra. Que este libro excepcional no haya sido aceptado en el acto por la NRF en 1932, que no haya obtenido el Goncourt y lo haya ganado un libro mediocre, me parece que plantea un problema muy importante.
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Por otra parte, soy uno de los pocos en sostener que lo que se designa con el título genérico de “Trilogía alemana”, es decir De un Castillo el otro (cuyo comienzo, con la barcaza La Pública, toda la dimensión de los infiernos, la barca de Carón, se inscribe en el gran estilo homérico), Norte (donde Céline tal vez esté en la cima de su escritura) y Rigodón, incluso si son poco leídos, son libros tal vez superiores a Viaje o a Muerte a Crédito.
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Es mucho, es demasiado, y todos, en el fondo, se resignan a pensar que Céline decididamente es excesivo. ¿Qué hacer? ¿Olvidarlo? Difícil. ¿No hablar más de él? No dio resultado. ¿Aplicarle un juicio moral definitivo? Se hizo, con intervalos regulares, sin mucho éxito. En el límite, la opinión quiere aceptar un lado “del bien” (Viaje al fin de la noche) y un lado “del mal” (todo lo que viene después de Bagatelas por una masacre). El lado “del mal” prevaleció por otra parte cada vez más sobre el lado “del bien”, y ya tenemos a Céline en el infierno. Sin embargo, nada está asegurado: este condenado está ahí, habla, se levanta todo el tiempo con el fuego que le quema, estamos obligados a tratarlo como un “gran escritor”, es un monstruo que cuando más se lo rechaza o se lo censura más activo está, se le escapa tanto a sus admiradores como a sus adversarios, ninguna academia puede encerrarlo, ningún discurso universitario puede abarcarlo, huye, actúa con astucia, desborda, es el diablo en “Pléiade” (como Sade), el crimen en libertad, lo inadmisible impreso, una pesadilla para la eternidad.
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Nos olvidamos muy rápido que Céline es un gran escritor cómico, a veces aterrador, por cierto, pero profundamente cómico. Si hay alguna duda de esto, hay que leer sus Conversaciones con el Profesor Y, son para morirse de risa, como el mejor Molière. Este punto es esencial, es médico. La risa de Céline es tan aguda y enorme como su experiencia del delirio y su convicción de la nada.
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Pongo a Céline en un lugar muy alto. La campaña de obliteración contra Céline fracasó: ahora está mucho más en el Panteón que cuando querían impedirle la entrada.
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También, uno puede asomarse a la polémica ideológica y a la cuestión del antisemitismo. No es cuestión de dejarlo de lado, pero me pregunto a qué intereses sirve hablar sólo de esto. Siempre desconfío de las campañas, más o menos interesadas, para impedir que se lea a alguien. Ya me acostumbré a este tipo de cosas…
[Traducción de Hugo Savino]