Celos infantiles: Cuando mamá llegó a casa con un extraño (capítulo 1)

Por Mamapsicologain @mamapsicologain
Los celos infantiles, cuanto dolor pueden causar pero que inevitables son. Universales y naturales todos los niños experimentarán los celos en algún momento de su vida por algún motivo similar al que cuento en este relato de hoy.
Este artículo es un relato sobre cómo un niño pequeño puede vivir la llegada de un nuevo miembro a la familia. Para él no es fácil, para nosotros tampoco. Intentar ponernos en su lugar nos permitirá entender un poco mejor cómo se siente y por qué hace lo que hace.

Mario tiene poco más de dos años. Es un niño feliz, extrovertido, de fácil adaptación, tranquilo. Nunca ha dado problemas para comer ni dormir ni conoce las rabietas. Ha sido un niño muy deseado por sus papás, el primer hijo, el primer nieto para los cuatro abuelos, no tiene primos, ni nadie que le haga competencia. Él es el rey de la casa, a quién todo el mundo le ríe las gracias. Incluso los vecinos siempre que lo ven le paran y le dicen cosas, todas siempre bonitas. Es el centro de atención de todos y a él eso le encanta. 
Hace un tiempo mamá le explicó que tenía un bebé en la barriga, un hermanito o hermanita que pronto estará con él, alguien con quien podrá jugar cuando sea un poco más mayor. Mario no sabe exactamente qué significa esto de tener un hermano, nunca ha tenido ninguno, pero como mamá y papá están contentos seguro que es algo bueno. Cada noche al acostarse le da un beso a la barriguita, cada vez más grande,de mamá, a veces incluso le dice cosas, pero normalmente no se acuerda de la existencia de ese bebé. Va al parque, juega con mami, todo es perfecto hasta que un día ...
Mami le explica que debe acudir a la clínica donde saldrá el bebé y que debe pasar allí unos días para recuperarse. Los abuelos cuidarán de él, se lo pasará genial y podrá irla a visitar cada día. Mami le da un fuerte beso y un gran abrazo, le dice que se porte bien y que le quiere mucho. Dentro de un rato podrán estar de nuevo juntos pero ahora debe irse.
Llueve, es junio pero llueve. Él mira a mamá y le dice adiós con la mano mientras ve como entra con papá en un taxi y se va. Mario se queda con los abuelos, no sabe exactamente qué debe sentir ni pensar, pero está nervioso (esta escena sigue viva en su memoria y podrá recordarla dos años más tarde para contarla a mamá). Esta misma tarde podrá conocer a su hermano, un hermano, cómo será, ¿podrá jugar con él?, ... ¿y mamá, donde está mamá?
Las horas pasan y tras la siesta los abuelos llevan a Mario a la clínica. Mamá está en una cama, no se puede mover ni lo puede abrazar. El parto ha sido mediante cesárea y mami está dolorida. ¿Y el bebé? El bebé, prematuro, está en la incubadora, no lo pueden ver. Mañana. Mañana verá al bebé. Ahora solo quiere estar con mami, solo con mami y nadie más. Pero tiene miedo. Nunca había estado en un lugar así y mami tiene unos tubos en el brazo. ¿Te hace pupa mami? No, cariño, no. mami está bien.
Los abuelos se lo llevan a casa, dormirá en su cuna pero algo es diferente. Ni papá ni mamá están en casa esta noche y él se siente extraño. Se siente solo aunque la abuela le cuenta cuentos, lo mima y lo acuna. mami no está. Está en la clínica, ese lugar raro, que huele raro, en una cama rara y con tubos en los brazo. Mario quiere estar con mamá. Quiere que sea mamá quien le cante la nana de siempre, lo acune y le de el beso de buenas noches. Pero mamá está con el bebé. Ese extraño que no conoce y que se ha quedado con mamá.