Celosos políticos catalanes

Publicado el 24 septiembre 2012 por Cronicasbarbaras

La propaganda independentista catalana tiene que admitir con disgusto que los habitantes Madrid y Baleares aportan al Estado más que los de su autonomía.

La diferencia de la “balanza fiscal”, término insolidario que explotan solamente los nacionalistas, es llamativa: los madrileños tributan 66.000 millones de euros anuales, pero sólo reciben 11.500, mientras que los catalanes entregan 27.000 millones, de los que reciben 16.000.

De esta manera el 82,4 por ciento de la recaudación en Madrid se redistribuye entre los ciudadanos menos ricos de España, mientras que Cataluña entrega sólo el 40 por ciento.

La Generalidad quiere ahora quedarse con prácticamente todo. Alega que ese reparto de riqueza la empobrece.

Pero lo que empobrece a los catalanes es estar vampirizados por el gasto corriente de su elefantiásica clase política y lingüística, una “élite extractiva” de riqueza que sigue creciendo cada día con estructuras de Estado independiente.

Madrid, aportando más y recibiendo menos, es más próspera.

Ya no es comunidad de burócratas, sino una atractiva área con pocas trabas comerciales y ninguna idiomática.

Empresas y profesionales de la vanguardia tecnológica y financiera nacional e internacional que antes iban a Barcelona se establecen en Madrid.

La decadencia de Barcelona y el auge de Madrid se cruzan cuando la Generalidad impone más y más el uso del catalán, y en la cosmopolita capital menos el español y más inglés, alemán o chino.  

En Madrid cada uno habla o estudia en el idioma que desea. Esperanza Aguirre abrió una escuela pública en catalán, pero ni los hijos de catalanes residentes en Madrid quisieron ocuparla: tuvo que cerrarla, mientras que prosperan las de todos los idiomas de interes internacional imaginables

Este cambio provoca tantos celos en el sentimentalismo catalanista, que recuerda haber controlado económica y culturalmente España durante los siglos XIX y casi todo el XX, que la Generalidad ha decidido romper el Estado.

Los nacionalistas son tan celosos que hasta les provoca ira que cualquier universidad de regiones pobres divulgue artículos en las grandes revistas científicas que antes solo salían de la capital catalana: pagamos nosotros y publican ellos, dicen los nacionalistas mientras rompen la Constitución.

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SALAS