Pobladas de cuerpos perfectos, las vallas publicitarias prometen el fin de la celulitis, pieles aterciopeladas en cuestión de semanas. Es fácil dejarse llevar por las falsas promesas, pero estos milagros no existen. Dejemos de engañarnos: una vez «instalada», la celulitis no se elimina, si bien, con constancia, puede reducirse al aspecto de «piel de naranja».
Es el enemigo a batir. La celulitis afecta a más del 90 por ciento de las mujeres del planeta. Se localiza fundamentalmente en glúteos, muslos y caderas, pero también puede aparecer detrás de las rodillas, en los brazos o en el abdomen. Conocida como «piel de naranja», representa una de las grandes preocupaciones estéticas femeninas si bien, en principio, la Medicina no la considera una enfermedad.
Su aspecto salta a la vista pero, ¿qué es? Aquí empieza el problema porque ni los médicos se ponen de acuerdo. Para algunos no estamos ante una patología, sino ante un proceso inflamatorio celular. Sin embargo, otros facultativos, no aceptan esta definición: «Para que nos entendamos, la mal llamada “celulitis” (el término supone que se trata de una inflamación de las células y no es verdad) consiste en una serie de irregularidades que aparecen en la piel como consecuencia de que la grasa empuja hacia fuera, pero la piel es retenida por los tabiques que la sujetan.
CELULITIS
¿Y por qué se produce este proceso? Por causas genéticas y hormonales De ahí que se presente sobre todo en las señoras y se centre en las zonas donde éstas acumulan mayor cantidad de grasa. Por otra parte, en su aparición también influyen la mala circulación y otros factores que no son de origen genético: una vida sedentaria (al no haber movimiento, disminuye la circulación sanguínea), malos hábitos en la alimentación, el tabaco….
A la hora de determinar qué tipo de mujeres son las más propensas a sufrir este problema, nadie está a salvo. Es un error pensar que sólo aquéllas con un exceso de peso lo padecen. También las delgadas y menudas pueden sufrir esta alteración en la piel, que ha existido siempre, aunque es ahora cuando, por gracia o por desgracia, está de moda hablar del asunto. Las féminas se preocupan de gustarse a sí mismas y, queramos o no, estamos inmersos en la cultura del culto al cuerpo.