Cenera emerge más de medio siglo después

Publicado el 12 noviembre 2014 por Monpalentina @FFroi
  • Se cumplen este año las bodas de oro del embalse de Aguilar de Campoo.
  • Sin duda alguna, la peor experiencia de sus vidas para los ceneranos, tal y como explican algunos de sus vecinos, Tiqui Rojo, Rafael Paradelo, Antonio Rojo y César Varona, que cuando dejaron su pueblo tenían entre 10 y 20 años.

Marta Redondo
Ha pasado más de medio siglo desde que niños, jóvenes y mayores, tuvieron que dejar un hogar al que nunca volverían. Una bonita localidad que se encontraba en un fértil valle de la margen izquierda del río Pisuerga. Cenera era una de las cuatro localidades -junto a Villanueva del Río, Frontada y Quintanilla de la Berzosa- que quedó bajo las aguas del pantano aguilarense que precisamente este año está de aniversario al cumplirse las bodas de oro del llenado y desembalse del agua para regar los dorados campos castellanos.

La historia de esta localidad que por aquel entonces contaba con 200 vecinos se remonta centenares de años atrás, ya que los primeros documentos escritos que hablan sobre ella datan  del siglo XII, concretamente la Bula Pontificia concedida en Letrán por Honorio III en la que la autoridad papal señalaba las enormes mercedes que hizo el rey Alfonso VIII al Monasterio de Santa María la Real. Una localidad que era Ayuntamiento y al que pertenecían las pedanías de Matamorisca, Corvio, Matalbaniega y Villanueva del Río -desaparecida también bajo el embalse-, que en la actualidad forman parte del Consistorio de Aguilar de Campoo.

Los vecinos del municipo vivían en su mayoría de la agricultura y la ganadería, algunos acudían a las factorías de galletas de Aguilar para trabajar y también había herrero, albañil y molinero, entre otros profesionales. Contaba con tres barrios:  el de Arriba, el de Abajo y el Arrabal. También disponía de Escuela con Educación Básica, tenía estanco, ultramarinos y un edificio llamado La Venta donde los jóvenes iban a bailar y divertirse. Además, había una bella iglesia románica dedicada a Santa Eugenia, cuya portada se hallaba protegida bajo un pórtico, que fue desmantelado y llevado a Monzón de Campos, donde actualmente se conserva. Los que sí se conservan en su ubicación original son varios capiteles que cuando bajan mucho las aguas del embalse, como de forma extraordinaria ocurrió hace dos años con las obras en la presa, se pueden aún contemplar junto a buena parte del hastial oeste del templo.  Las obras del embalse aguilarense se prolongaron durante diez años, desde 1953 hasta 1963, fecha en la que se culminó la presa y se inauguró de forma oficial con, entre otras autoridades, Manuel Fraga. Tras embalsar sus aguas durante el invierno, al año siguiente comenzó a dar servicio. Pero unos años antes, los ceneranos tuvieron que ir dejando sus casas.

Las expropiaciones comenzaron en 1957 por parte de la gestora de la Cuenca del Duero, en un largo proceso que se extendió hasta 1979 con el pago de los últimos terrenos de Renedo de Zalima. Tal y como se recoge en el capítulo Aguilar y La Requejada, los pueblos desaparecidos bajo los pantanos, en el número 3 de la colección Historia de la Montaña Palentina de Aruz Ediciones, a una familia compuesta por seis personas, con casa propia, que sembraba 2,9 áreas y que fijó su residencia en Aguilar se le abonaron 42.256,93 pesetas. Un precio que no pagaría jamás el dolor de tener que dejar su hogar, sus raíces y sus recuerdos.

Sin duda alguna, la peor experiencia de sus vidas para los ceneranos, tal y como explican algunos de sus vecinos, Tiqui Rojo, Rafael Paradelo, Antonio Rojo y César Varona, que cuando dejaron su pueblo tenían entre 10 y 20 años.

«Fue la peor experiencia de nuestra vida», señalan. Tiqui Rojo, que tenía diez años cuando llegó a Aguilar de Campoo, recuerda la impresión que le produjo su traslado a la villa galletera. «Era poco antes de Navidad y sonaban todo el rato villancicos y estaba todo lleno de luces, yo pensaba en mi pueblo donde había muchas veces que estábamos con el candil», destaca.

De igual modo, César Varona indica que lo que más recuerda es cuando volvía a Cenera. «Estudiaba en un colegio en Aranda de Duero, los vecinos me abrazaban y me decían que estaba muy guapo pues estaba blanco, al no haber trabajado en el campo». También Rafael Paradelo, hijo del que fuera maestro de la localidad durante muchos años, afirma que le impresionó mucho «cuando empezamos a ver cómo el agua poco a poco iba llegando cerca de nuestras casas, poco antes de irnos a Aguilar». Antonio Rojo es otro de los vecinos que se trasladaron a Aguilar. «Tengo en mi cabeza cada casa de nuestro pueblo, la iglesia, La Venta,  etc.». Precisamente ha elaborado un cuaderno con dibujos de todos los edificios de Cenera.

gran encuentro. Esa añoranza ha llevado a los ceneranos que actualmente siguen viviendo en la localidad que les acogió, Aguilar, a organizar un gran reencuentro que tendrá lugar el próximo domingo, día 8 de junio, jornada en la que se celebraba la fiesta del pueblo, las Pascuas de Pentecostés, en un lugar emblemático, el santuario de la Virgen de Llano, patrona de la comarca y cuya ermita se levantó junto al pantano.

Así, recuperarán su fiesta patronal -la otra estaba dedicada a Santa Eugenia-. Primero se celebrará una misa en la ermita a las 12 horas y posteriormente se llevará a cabo una comida de hermandad. Un acto al que está previsto que acudan más de 110 personas entre ceneranos, familiares y amigos.

«La idea surgió después de que Luis Robledo, un vecino de Salinas, realizase un vídeo sobre la historia de Cenera, eso hizo que surgiera la añoranza por nuestro pueblo y decidiésemos hacer un encuentro», concretan los vecinos. En la actualidad siguen vivas 78 personas nacidas en Cenera, de las cuales 33 residen en Aguilar de Campoo, el resto acudirá desde diversos puntos de la geografía nacional para demostrar que Cenera sigue viva en los corazones de sus vecinos.
Reportaje publicado en "Diario Palentino" el 1 de Junio de 2014.

Marta Redondo es periodista,  corresponsal del "Diario Palentino" en Aguilar de Campoo.

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