Cenicienta. Cuento sin personalidad.

Publicado el 26 marzo 2015 por Criticasen8mm @Criticasen8mm
Título original:
Cinderella
Año:
2015
Fecha de estreno:
27 de Marzo de 2015  
Duración:
105 min
País:
Estados Unidos
Director:
Kenneth Branagh
Reparto:
Lily James, Cate Blanchett, Richard Madden, Helena Bonham Carter, Stellan Skarsgard, Derek Jacobi, Hayley Atwell, Ben Chaplin 
Distribuidora:
Disney
Es algo habitual volver a ver una película que te tenía maravillado cuando eras pequeño y darte cuenta de que no era para tanto, que ese enamoramiento se debía a la magia de la falta de prejuicios o de carácter crítico de la infancia. Pero en un esfuerzo por alterar ese proceso de mirar atrás con otros ojos, Disney ha decidido reutilizar sus historias clásicas y sacudirnos de nuevo con ellas de manera totalmente innecesaria para el público, aunque muy beneficiosa para ellos. Porque un estudio que puede conseguir prácticamente a cualquier actor y director que se proponga y tiene el éxito en taquilla prácticamente asegurado es como una mafia del entretenimiento, en la que sus componentes saltan de una producción a otra sin salir de ese ambiente “familiar”. Sin ir más lejos, Kenneth Branagh y Chris Weitz, director y guionista de Cenicienta, respectivamente, el primero ha pasado previamente por la división de Marvel –y no descarta regresar- y el segundo está trabajando en el primer spin-off de Star Wars. Obviamente no se le puede reprochar a un estudio de cine que busque ganar dinero, y menos si el público no rechaza redundantes propuestas como esta, pero al menos tenemos que exigirles que no desperdicien todo el talento que acumulan entre sus filas en películas como Cenicienta, ya que seguro que hay producciones mucho más originales que no encuentran su salida de los cajones de los despachos de Disney.

Entrando en materia, la nueva versión deCenicientapeca de no haber sido dotada de aquello que hace interesante al cine, no tiene vida propia. Su personalidad reside en algo que se realizó hace 65 años y en ningún momento parece pretender desmarcarse de aquello. Entonces la pregunta es, ¿para qué? Más allá de la económica no hay ninguna razón para hacer esta película, cuya existencia habría estado justificada si hubiera tenido algo que la hiciera diferente, pero resulta más satisfactorio recurrir al dvd de la cinta animada de 1950 que ir al cine a ver cómo se lleva a cabo un homenaje ininterrumpido que más bien huele a falta de ideas. AunqueLa Cenicientapara mí no sea una de las películas clásicas animadas de Disney más interesantes, he de reconocer que tenía y sigue teniendo un encanto particular, quizás obra de la imaginativa técnica de animación o quizá por unos personajes que se ganan rápido el cariño. Pero en la película de Branagh eso se volatiliza al quedar sentenciada a la imagen de unos determinados actores y a unos escenarios reales que, aunque elaborados e impactantes, despojan a la historia de la magia que le otorgaba la animación.A favor de la nueva versión juega que sus personajes ganan mayor importancia en la historia al no dar tanta presencia a los animales, que en la original se repartían el protagonismo a partes iguales con los humanos, dando como resultado algunos de los momentos más icónicos de la película de animación. La nueva Ella sigue siendo igual de perfectamente odiosa, tan bondadosa que en nuestra sociedad no duraría ni un pestañeo, algo que en la original salvaban los cómicos momentos de los ratones con Lucifer, pero aquí hay demasiada Cenicienta que asimilar. Por otro lado, el personaje del príncipe está mucho mejor trazado en la película moderna, ya que en la anterior apenas aparecía durante unos momentos y como el instrumento único para darle la felicidad definitiva a Ella, mientras que en la versión reciente eso cambia y se nos muestra a un heredero a la corona con preocupaciones y complicaciones, no a una simple herramienta. La relación entre el monarca y el príncipe es de lo poco interesante de la película, aspectos dramáticos de los que carecía la cinta de animación. Mientras que la Lady Tremaine de Cate Blanchett resulta algo más tenebrosa y menos plana que la animada, aunque algo sobreactuada –por exigencias del contexto en el que se desenvuelve- no está mal para rebajar el cansino afán de Ella por ser la persona más benevolente sobre la faz de la Tierra.

Si Cenicienta hubiera tratado de renovar la historia o actualizarla no tendría la necesidad de hacer este ejercicio de comparación con su predecesora, pero la ausencia de interés por ofrecer algo original hace que sea irremediable caer en buscar las diferencias y similitudes. E irremediablemente la nueva versión, resultado del reciclaje, del conformismo y la carencia de ambición por innovar y de la asunción de que el público ya está bajo control, no da la talla como película en sí misma ni como remake ni como simple entretenimiento.
4/10