Sin pretenderlo, Al acaba en medio de un grupo de soldados unionistas medio borrachos a punto de montarle una trifulca de la que lo rescata el capitán Cole Latimer, médico cirujano en el hospital militar. A pesar de los modales y actitud del chico, Cole acaba invitando a comer a ese muchacho flacucho para llevarlo después a la dirección donde residen sus únicos parientes vivos, sus tíos Angus y Leala Craighugh junto a su prima, Roberta.
La joven Alaina MacGaren lo ha perdido todo: su padre y uno de sus hermanos han muerto en la Guerra de Secesión, otro sigue combatiendo y su madre ha quedado enterrada en su hogar de Briar Hill. Por si fuera poco, ha tenido que huir de allí acusada de estar espiando a la Unión y no le ha quedado más opción que recurrir a sus tíos en Nueva Orleans bajo un disfraz de muchacho que tendrá que mantener tanto por su propia seguridad como para poder ganar unos dólares aceptando el trabajo que Cole le ofreció de limpiador en el hospital y así no tener que depender de la caridad de sus familiares. Reseña Cualquiera que piense en una historia cuyo contexto es la Guerra de Secesión estadounidense, sin duda visualizará inmediatamente Lo que el viento se llevó, y lo cierto es que durante buena parte de la historia la tuve en mente. Es como si Scarlett estuviese dividida entre Alaina y Roberta. La primera tiene de ella ese odio a los yanquis, esa fortaleza para seguir adelante haciendo lo que sea necesario, o su amor por su hogar. Por su parte, Roberta se queda con su coquetería, su amor por los lujos o su capacidad de maquinar en su propio interés, vamos, la Scarlett que era una niña mimada previa a la guerra, pero que llega a ser mil veces más rastrera, cruel y retorcida.
Sobre la Guerra como tal, la autora va mencionando generales y personajes históricos, batallas que gana un bando u otro, pero no explica demasiado. Supongo que para sus lectoras estadounidenses sería una cuestión de cultura general, pero como española me faltan muchos datos. Por suerte, nunca llega a ser muy relevante más allá de dar el contexto a la trama. Sí que hay que recordar que el tema de la esclavitud fue clave para el estallido del conflicto y siendo una novela de 1979, parece no querer mojarse entrando en ello. El retrato de los personajes negros que salen no es muy elaborado, tirando de clichés bastante criticables. Para tener más de 40 años que Lo que el viento se llevó, no se percibe una gran mejora en el tratamiento del tema.
El libro está dividido en dos partes. La primera se sitúa mayormente durante la Guerra, en el Sur, y es sin duda la más entretenida. No son pocas las aventuras y situaciones complicadas por las que pasan los protagonistas. Luego, la segunda parte se desplaza al Norte, se centra más en el romance, en un tira y afloja entre Alaina y Cole, y en una serie de misterios y situaciones malrolleras que me recordaron a Rebeca. Aunque también tiene sus momentos muy movidos, la parte de romance, después de más de 400 páginas, me cansó un poco pues el mayor problema durante este tramo era una mentira dicha por un tercero que, con que hubiesen hablado claro, se habría resuelto rápidamente.
Algo de lo que peca es que sus personajes son muy buenos o muy malos, no hay grises y apenas hay sorpresas. Quizás podría mencionar un único caso, el tío Angus, que sería la excepción que confirma la regla. Alaina es simplemente perfecta: buena, guapa, educada, valiente... No tiene ningún defecto, captura corazones de todo hombre con que se cruza y el cariño de ancianos y niños. Sólo le falta una aureola brillante sobre la cabeza para ser declarada Santa Alaina. Y luego, Cole, por su parte, tampoco se queda atrás. Médico comprometido con su juramento hipocrático, atractivo, rico, con grandes valores... salvo por el pequeño detalle de no ver nada malo en la prostitución... pero, en fin, otros tiempos, ¿no?
Considerando que estamos ante un libro escrito en 1979, resulta bastante avanzado en algunos aspectos tales como que la protagonista es luchadora y valiente o que, aunque reciba la ayuda de Cole, ella le devuelve el favor salvándole la vida en más de una ocasión. Me gusta mucho cómo forman un auténtico equipo, no sólo son una pareja enamorada. De hecho, el romance como tal es MUY lento y llegan a ser un poco exasperantes. También decir que me ha faltado algo más de introspección en Alaina, pues no sé en qué momento llegan a despertarse sus sentimientos románticos. Supongo que hay que leer entre líneas y que sus celos por Roberta hablen por ella.
Una gran virtud del libro es que la autora no deja un triste cabo sin atar. Vale que con 700 páginas no era una cuestión de espacio, pero es que cuando quedaban unas 50 páginas creí que simplemente cerraría el libro con unas pocas escenas felices adicionales y listo, el villano se había librado de haber sido castigado y alguna intriga quedaría en el aire. Pues no, la de sorpresas que tenía reservada la autora en la manga para su gran final. Sí que peca de ese cliché de "el villano explica al protagonista sus planes desde el principio para darse aires y le acaba dando tiempo para vencerle", pero menuda explicación. Desde luego, no es algo que viese venir, me quito el sombrero con la señora Woodiwiss. Oh, y el epílogo es muy bonito, poco creíble, pero muy tierno.
Poco más puedo añadir. Una lectura realmente entretenida, unos grandes protagonistas y una trama con varios giros que no vi venir. Para tener más de cuarenta años la novela, sigue siendo muy disfrutable y no tiene gran cosa que vista con ojos actuales la haga difícil de digerir.