Segunda entrega del relato que iré publicando semanalmente (más o menos) en ‘Salto al reverso’. A ver cuánto da de sí…
(La primera parte la puedes leer aquí)
El sonido del agua cayendo furiosa por la montaña le relaja. Ya ha comprobado que sentarse junto a un arroyuelo de aguas saltarinas no le basta; al contrario, le produce nostalgia, y Luis no quiere ponerse nostálgico, en su caso cualquier tiempo pasado fue peor. Eso es lo que quiere creer.
Después de salir del cuarto de la lavadora, dejó la bolsa de la ropa y se fue a andar siguiendo el curso de un riachuelo de aguas cristalinas. Era agradable adentrarse en el bosque de ribera, disfrutar de la naturaleza en calma, acompañado únicamente por el vuelo de los insectos y de los pajarillos, que además ponían la banda sonora. Parte de ella, al menos. La otra parte correspondía al sonido del agua deslizándose sobre las piedras, en una coreografía y una frecuencia casi hipnóticas. Luis se sentó…
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