Fundamentación
La villa 31 de Retiro, en la que se localiza el Centro Barrial Padre Carlos Mugica ocupa una superficie 15.25 has. y es uno de los barrios obreros[1] más grandes en cuanto a cantidad de habitantes dela Ciudad de Buenos Aires. El barrio se desarrolló desde mediados de la década del 40, cuando inmigrantes y obreros del país que trabajaban en el extendido del ferrocarril se fueron instalando allí y tuvo luego diversos períodos de crecimiento y destrucción (en especial en la década del 70). Actualmente viven en la villa alrededor de 30.000 habitantes, la mayoría procedentes del norte, sur y centro del país y de países limítrofes (en especial Paraguay, Bolivia y Perú).
El barrio presenta algunos problemas vinculados con el hábitat adecuado, del mismo modo que otros barrios obreros que se fueron constituyendo sobre tierras fiscales. El tipo de construcción y el tamaño de sus viviendas, la falta de acceso a algunos servicios básicos, la dificultad para acceder a los servicios de transporte, el trazado interno de las calles y pasillos que dificultan la circulación interna, la falta de espacios recreativos adecuados, y el no contar con escuelas o con más servicios de salud, constituyen algunos de los principales problemas vinculados con el espacio físico, que se suman a otros de tipo socioeconómico y que no son exclusivos de la villa, como violencia familiar, abusos, consumo de sustuancias psicoactivas, por nombrar sólo algunos.
A pesar de esas dificultades, existe en estos barrios un modo de vida, una cultura villera, que se caracteriza por una gran solidaridad entre sus habitantes (como una “fuerza potentísima de reserva, que nunca desfallece” [2]), un espíritu de hermandad (que se mantiene en especial entre las comunidades de personas de una misma nacionalidad), un enorme deseo de progresar, una fortaleza y paciencia especiales frente a las grandes adversidades, un modo especial de celebrar y de vivir la vida, y una profunda fe y religiosidad en su población.
Como dice un documento de la Iglesia, “la cultura villera no es otra cosa que la rica cultura popular de nuestros pueblos latinoamericanos. Es el cristianismo popular que nace de la primera evangelización; el pueblo siempre lo vivió como propio, con autonomía y siempre desde su vida de cada día. Es un cristianismo con auténticos valores evangélicos”. [3]
En el marco de esta cultura surge un modo propio de concebir y utilizar el espacio público. Así, “”la calle es extensión natural del propio hogar, no simplemente lugar de tránsito, sino el lugar dónde generar vínculos con los vecinos, dónde encontrar la posibilidad de expresarse, el lugar de la celebración popular”.[4] Los intentos por mejorar el hábitat de estos espacios no siempre se enmarcan en un respeto por los valores y los modos de vida de los que habitan las villas. Más que “urbanizar” estos espacios o “radicarlos”, las políticas públicas deberían apuntar a “integrar” las villas a la ciudad, respetando la idiosincrasia y la identidad de estos barrios, como la tiene cualquier otro barrio de la ciudad.
Los jóvenes que habitan estos espacios, en especial los que viven en la villa 31, luchan cada vez más por salir adelante -estudiando y/o trabajando-, y van construyendo sus propios proyectos de vida –no sin sufrir diversas formas de discriminación por parte de quienes viven fuera del barrio-. Un grupo importante de jóvenes, por otro lado, se encuentra en una situación de alta vulnerabilidad económica y social. Además de tener dificultades para acceder o permanecer en la escuela, tienen problemas para obtener trabajos estables y de calidad, y fueron adquiriendo hábitos y comportamientos que los llevaron a excluirse de sus ámbitos familiares y de las redes sociales cercanas. Son en su mayoría jóvenes que nacieron en un contexto económico y social sumamente crítico para el país, que no les ofreció a sus padres oportunidades de trabajo y que, por el contrario, los fue excluyendo cada vez más de los mecanismos habituales de inclusión social y económica. Estos jóvenes padecieron necesidades materiales y espirituales desde muy pequeños, y hoy encuentran serias dificultades para vivir el presente de una manera positiva y para proyectar un futuro.
Especialmente crítica es la situación de los jóvenes que consumen sustancias psicoactivas (alcohol, marihuana, cocaína, “paco”, entre otras), ya que la adicción agrava la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran y demanda tratamientos específicos y particulares en cada caso. Desde el inicio de la crisis social a fines de los ochenta, el consumo de drogas baratas y de alta toxicidad como los solventes/inhalantes y el “paco” se extendió en estas comunidades en un grado preocupante. Las villas en general se transformaron en un territorio fértil para el tráfico y la venta de drogas, por las propias dificultades de ingreso y egreso y la falta de controles, lo que las convierte en zonas “liberadas de hecho” [5], lo que deriva en mayor violencia, delincuencia, y todo lo que esta situación trae aparejado. En definitiva, a los factores familiares y sociales, se suman otros derivados del contexto social y político que obran como disparadores y/o estimulantes del fenómeno de la droga-dependencia.
A estos jóvenes especialmente queremos acercar al Hogar de Cristo, a través de la puerta que representa el Centro Barrial P- Carlos Mugica, instalado porla ParroquiaCristoObrero.
Hogar de Cristo – Centro Barrial Padre Carlos Mugica
La ParroquiaCristoObrero, construida e inaugurada en diciembre de 1970 por el Padre Carlos Mugica, se levanta en la zona oeste de la villa 31 (barrio YPF-Comunicaciones) y en la actualidad tiene 3 capillas más distribuidas en toda la extensión de la villa: Caacupé (en el barrio playón), Luján (en el barrio Luján y 31 bis) y Nuestra Señora del Rosario (en el barrio Güemes), además de poseer dos santuarios populares: Gauchito Gil (Barrio nuevo) y San Cayetano (Barrio Saldias). Estas capillas y santuarios dentro del barrio, sumado al hecho de que residimos allí mismo, nos permite desarrollar las actividades pastorales de manera cercana a la gente, escuchando y aprendiendo de los vecinos, conociendo y entendiendo sus problemas, detectando a tiempo necesidades, compartiendo sus sueños, promoviéndolos y acompañándolos, en una clara opción de trabajar con los más pobres.
En mayo de 2010 iniciamos el trabajo de contención, atención y acompañamiento de jóvenes adictos en el centro barrial, tratando de generar un espacio donde los y las jóvenes del barrio pueden encontrarse con ellos mismos y con otros jóvenes, donde se sientan contenidos y escuchados, donde se promuevan actitudes y valores basados en la solidaridad y el respeto, y donde se generen vínculos afectivos lo suficientemente fuertes y sólidos como para empezar a vislumbrar un proyecto de vida alejado del consumo de drogas.
Nuestras actividades se enmarcan en la metodología de trabajo y el espíritu de otros centros barriales que integran el mismo Hogar de Cristo, tales como el centro barrial P. Alberto Hurtado dela Parroquia Virgende los Milagros de Caacupé de la villa 21-24 de Barracas, y el centro barrial Don Bosco dela Parroquia Madredel Pueblo de la villa 1-11-14 del bajo Flores.
El Centro brinda, principalmente, apoyo en el sostenimiento a un tratamiento personalizado a lo largo del tiempo, desde donde se parte y adonde se vuelve después de varias estrategias y propuestas que les permite a los jóvenes descubrir o redescubrir el sentido de la Vida
Nos parece importante destacar algunas de las premisas que forman parte del Centro. La primera, es que se construye con una metodología que parte de planificar las acciones y los recursos con los que se llevarán adelante, pero que tiene la suficiente flexibilidad como para ir adecuándose a las diferentes situaciones que se encuentren. A priori no existe un conjunto cerrado de acciones, a modo de “prestaciones” que deben darse, como generalmente ocurre con los programas sociales, sino que, en el marco de una actividad general, se van programando las acciones y estrategias que mejor se adaptan a las situaciones problemáticas que nos presentan. El eje del Centro Barrial es cada uno de los jóvenes que se presenta con su historia, sus problemas o sus inquietudes y cada uno de ellos genera diferentes formas de abordaje porque tienen diferentes historias de vida, diferentes procesos personales, distintas inquietudes y diversas personalidades.
En segundo lugar, queremos implicar a la propia comunidad con la que trabajamos. Es desde y para la comunidad que se pone en marcha el Centro y los problemas que afectan a los jóvenes del barrio no son problemas individuales sino que requieren una atención integral por parte de todos los que forman parte de la misma comunidad. Por ello desde un principio participan mamás, jóvenes y familiares del barrio, y se involucran tanto en el funcionamiento mismo del Centro como en el acompañamiento de los niños y jóvenes que participan y que son de sus familias
Por último, nos proponemos trabajar de manera articulada con todas las instituciones nacionales y locales que realizan actividades vinculadas a niños y jóvenes en situación de extrema vulnerabilidad, así como con las organizaciones sociales internas y externas al barrio que puedan coadyuvar al logro de los objetivos, de manera de complementar las acciones, hacer un uso eficiente de los recursos, y fortalecer las redes sociales y comunitarias.
Son colaboradores directos del Centro los propios jóvenes que participan de nuestro programa, una vez que avanzan en su tratamiento a la fase de reinserción social; también las mamás del barrio, operadores terapéuticos, asistentes sociales; voluntarios del barrio y externos (profesionales o no profesionales). Colaboran en trabajo en red con el Centro Barrial las siguientes instituciones: Centro de Salud en Retiro, Cesac 21 (Psicólogo, Psiquiatra, Médico, Enfermera); Dirección de Adicciones del Gobierno de la Ciudadde Buenos Aires; Sedronar; SENAF (Desarrollo de la Nación) Paida; Servicio de Toxicología del Htal. Fernandez; Nar-Anon; Equipo de Abogados con asesoramiento gratuito; Oficina de Acceso a la Justicia, Comunidades Terapéuticas de Recuperación en Capital y Gran Buenos Aires; Ministerio de Trabajo de la Nación; Comedores del barrio, etc.
I . Objetivo del Centro Barrial
Desarrollar acciones desde una perspectiva espiritual y psicosocial, tendiente a la prevención del consumo de sustancias psicoactivas y a la recuperación integral e inclusión social de jóvenes habitantes dela Villa31 que están en esa situación.
II. Objetivos específicos
a) Generar un espacio de Encuentro con los jóvenes en el que puedan expresar sus necesidades, canalizar sus problemas, y también manifestar sus intereses y sus sueños, de manera que puedan construir, con sus familias y la comunidad, un camino en el que se realicen como personas;
b) Brindar asistencia y contención en el caso de detección de problemas de adicciones, así como otros vinculados con la salud, el trabajo, o cuestiones legales y de vínculos familiares;
c) Realizar un acompañamiento de vida, a partir de la generación de lazos afectivos y sociales y de mecanismos de inclusión social y económica.
d) Generar capacidades locales, tanto personales a partir de la formación, como institucionales a partir de un trabajo en red como de las acciones de difusión.
II. Beneficiarios
Jóvenes que viven en la villa 31 y que se encuentran en situación de vulnerabilidad social, ya sea porque no estudian ni trabajan, o porque estudian y trabajan pero se encuentran en algún grado de compromiso en relación a la adicción a las drogas.
IV. Haciendo camino al andar
Las actividades del Centro Barrial se relacionan con las diferentes etapas por las que se transita: Encuentro, Atención, Acompañamiento.
Cabe aclarar que lo que se detalla a continuación no es un proceso cerrado ni lineal , donde una etapa precede a la otra sino que es un esquema de trabajo que se adapta y modifica en torno a cada una de las personas que deciden comenzar a transitar este recorrido.
Las acciones que se realizan, conforme cada etapa o parte del Programa que lleva adelante el Centro barrial son:
A. Etapa 1: Encuentro
a) El Centro Barrial dela Parroquia CristoObrero funciona como una puerta de entrada al Programa de prevención y atención de adicciones. Allí se realizan tareas de prevención de adicciones a partir de la puesta en marcha de talleres y actividades, y también se reciben a niños/as, jóvenes o familiares de los mismos que se acercan a plantear los problemas que tienen relacionados con algún tipo de consumo a las drogas. En algunas ocasiones los jóvenes son buscados en sus lugares de parada en el barrio y se los invita a acercarse. Se trata de realizar un trabajo individual y colectivo desde la espiritualidad tendiente a producir cambios de postura frente a la vida, que alienten la esperanza y el deseo de comprometerse y de construir un futuro mejor. Es una “pedagogía de la presencia” que va generando una mística en el barrio, un compromiso de toda la comunidad, y un fuerte involucramiento de todo el equipo para luchar con este problema.
Hasta la fecha más de 80 jóvenes del barrio se acercaron a plantear sus problemas de adicciones y comenzaron este camino de construcción de una nueva forma de vida. Con cada joven que se acerca se abre una historia personal que es registrada diariamente a partir de los informes de los talleristas y, luego, de los profesionales y operadores terapéuticos que están a cargo de su acompañamiento.
b) Cuando se acercan al centro barrial empiezan a participar de charlas y talleres. Los talleres culturales y artesanales para jóvenes se realizan cuatro veces por semana y en ellos se comparte el almuerzo y la merienda, que es elaborado por los mismos jóvenes. Estos espacios de charlas talleres constituyen el principal vehículo para comenzar a generar vínculos estrechos con todos los jóvenes que se acercan, para que se sientan parte de un grupo que los espera, los escucha, los abraza, y que está dispuesto a ayudarlos; pero también para que los jóvenes empiecen a generar lazos entre ellos.
c) Una vez a la semana se realiza el taller de radio, como otro espacio donde compartir historia, anécdotas y vivencias. Se realiza con el acompañamiento del Centro Barrial Hurtado, que ya viene desarrollando esta actividad.
Estas actividades se articulan con otras que realizala Parroquiaen la sede del Centro Barrial o en otras capillas, tales como apoyo escolar y la escuela deportiva que se dirigen a niños y niñas en edad escolar y en las que participan en promedio unos 50. Asimismo, se encuentra en marcha una huerta comunitaria los sábados de 10:00 a 11:30, en la que participan unos 30 niños y niñas y el taller de computación también los días sábados.
El Grupo de los Jóvenes dela Parroquiasuele sumarse a las actividades del Centro cuando se realizan tareas comunes o alguna festividad religiosa que los convoca.
Etapa 2: Atención
a) Después de un tiempo de participar de las charlas y talleres, los jóvenes comienzan a aceptar su impotencia y toman conciencia de la necesidad de pedir ayuda. Se trabaja, en ese momento, su voluntad de querer recuperarse. En esta etapa se generan espacios de encuentros tanto individuales como grupales con profesionales de la salud (médico, enfermera, psicólogo, psiquiatra), sacerdotes y operadores terapéuticos especializados en adicciones.
b) Cada problema y cada joven requiere un abordaje individual conforme a la historia individual y familiar de cada uno, por eso se los orienta en la búsqueda de un tratamiento, analizando cada situación y acompañando a los jóvenes en este discernimiento. En el caso de las adicciones, después de un tiempo de permanencia en el Centro, se evalúa en cada caso el tipo de estrategia de recuperación (dentro del Centro Barrial o fuera del mismo) que necesita cada joven.
c) Si se requiere un seguimiento dentro del Centro Barrial, el Centro incorpora a los jóvenes en los talleres de los días lunes, miércoles, jueves, viernes y son acompañados por la operadora terapéutica, quien va evaluando la evolución de los mismos. En los talleres grupales se reflexiona sobre las historias personales y familiares, y el objetivo de los mismos es que los jóvenes se conecten con la capacidad de aprender a cambiar, se conecten con sus emociones y puedan intervenir en ellas, se relacionan positivamente con todos los ámbitos de la vida, adopten una actitud reflexiva, recuperen la confianza y la autonomía, etc. Por otro lado, el Centro puede derivar a los jóvenes a centros ambulatorios u hospitales de día, a los que deben asistir diariamente. Actualmente hay más de 20 jóvenes que participan del centro barrial.
d) Asimismo, uno de los proyectos que recién inicia para los jóvenes que se recuperan asistiendo al propio Centro Barrial, es el involucramiento de ellos en la pre- cooperativa de acompañantes para usuarios de paco, proyecto que tiene su origen en el centro barrial San Alberto Hurtado y que se dedica a tareas relacionadas con el trabajo realizado en los centros barrialas.
d) Si se requiere un seguimiento acudiendo a tratamientos fuera del Centro barrial se articula con organismos que becan a los jóvenes (Adicciones de CABA; Sedronar, SENAF; Fundaciones) para asistir a alguna de las comunidades terapéuticas que se localizan en la capital o en la provincia de Buenos Aires. Cuando las instituciones no pueden trasladar a los jóvenes el equipo del Centro se ocupa de trasladarlos o acompañarlos, al tiempo que entrega los elementos de higiene y de vestimenta personal básicos para que inicien el tratamiento. En esas comunidades los jóvenes adoptan las reglas y el régimen de vida que la comunidad considera más conveniente para su recuperación. A la fecha se realizaron más de 30 internaciones con el objetivo de acompañar a los jóvenes en ese camino de inicio de la desintoxicación y de una nueva vida.
e) En todo momento se genera una estructura en el Centro para no dejarlos caer. Si un joven está muy comprometido con las adicciones pero no toma la decisión de comenzar un nuevo proyecto de vida, se facilita todo el tiempo necesario para que madure esa decisión. Por otro lado, si abandonan una comunidad o recaen en su tratamiento, se brinda una nueva oportunidad para recomenzar, tantas veces como sea necesario. El camino de la recuperación no es fácil y en el Centro Barrial se trabaja con el programa espiritual de AA de los 12 pasos, de modo que puedan elaborar un proyecto de vida positivo y real. Nuestro primer objetivo es que confíen en las personas que integran el Hogar de Cristo, por eso la puerta está siempre abierta, y la mano siempre extendida hacia ellos.
f) En todos los casos el Centro barrial trabaja de manera articulada con las instituciones públicas y privadas que trabajan sobre esta problemática. Esto implica la generación de vínculos institucionales entre el Centro y los responsables de cada una de esas instituciones y organizaciones, de manera de complementar nuestras acciones con las de cada uno de ellos. Todos ellos ven una parte, un fragmento del joven, pero el equipo del Centro barrial está más cerca de la realidad de la vida cotidiana del joven y pueden ayudar a visualizar la totalidad de la persona, articulando y unificando.
g) En las internaciones los jóvenes siguen siendo acompañados por el equipo del Centro. Los mismos profesionales que participaron en el proceso de preparación para el tratamiento, y otros voluntarios y padrinos que se ofrecen a tal efecto, además del sacerdote, realizan visitas semanales o quincenales a aquellos jóvenes que se encuentran internados en comunidades terapéuticas y se hacen responsables de mantener el vínculo con los coordinadores de esas comunidades. Nos encontramos acompañando en este momento a 8 jóvenes de nuestro Centro.
h) Como de manera paralela a este problema surgen otros vinculados a cuestiones familiares, legales, educativas, laborales y sociales, se suman a los talleres un conjunto de profesionales (pertenecientes a las instituciones mencionadas o no), madres del barrio y voluntarios externos que escuchan y atienden a los jóvenes. Se trata de brindar un espacio individual de consulta para que puedan plantear sus problemas y se realiza un seguimiento de cada uno
i) Los días sábados funciona un Grupo de madres de jóvenes adictos, que es coordinado por un sacerdote, y una operadora terapéutica del Centro que está en vínculo semanal con los jóvenes con problemas de adicción. Este espacio de encuentro con las mamás, se hace en articulación con la operatoria que el Centro realiza con los jóvenes consumidores, y permite conocer en profundidad la realidad de cada persona y de cada familia. Para las mamás la ayuda espiritual y técnica que se les brinda es muy importante para poder sostener la cotidianeidad y para el quipo del Centro este espacio complementa y refuerza el tratamiento abordado con los jóvenes.
j) Un proyecto que tiene una importancia crucial para nosotros es la próxima apertura de la Granja Arcángel San Miguel, en la localidad de General Rodríguez, Pcia. De Buenos Aires, que dependerá de la familia Hogar de Cristo, Vicaría de sacerdotes para las villas de emergencia. Utiliza como modelola Granja Madre Teresa perteneciente al Centro Barrial Padre Hurtado dela Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé.
Etapa 3: Acompañamiento
a) Cuando un joven ingresa al Centro Barrial comienza a recibir un acompañamiento que resulta esencial para la construcción de su proyecto de vida. Se parte de reflexionar sobre su historia de vida, el modo en que se fue configurando su identidad y su realidad actual, para a partir de allí, evaluar sus expectativas y su deseo de abandonar la adicción. Este acompañamiento es central si el joven pasó por la etapa de desintoxicación, ya que se trata de buscar la manera de insertarse socialmente, de volver a confiar en las personas, de volver a creer en sus propias capacidades.
b) La etapa de iniciar una nueva vida lejos de las drogas es la de mayor complejidad. El camino es ir abriendo puertas que nunca se abrieron, ir haciendo el lugar que la sociedad nunca le dio, y dar paso a la esperanza. La mayoría de los jóvenes que cayeron en la droga nunca estuvieron incluidos socialmente por eso hablamos de inserción y no de reinserción.
c) El Centro tiene como objetivo acompañar toda la vida a los jóvenes, porque no sólo se pretende que salga de las adicciones sino también que salgan de la marginalidad. Acompañar su familia, sus hijos, su trabajo, su salud, su vivienda, asuntos judiciales, estudios, su proyecto de vida y su cotidianeidad. Un acompañamiento que va tejiendo una recuperación única e irrepetible, como cada persona.
d) Conforme las inquietudes de cada joven se diseñan alternativas vinculadas con la inserción social, ya sea para promover la finalización de estudios primarios y secundarios cuando los mismos quedaron inconclusos, como para orientarlos laboralmente si desean obtener un trabajo en relación de dependencia, capacitarse en algún oficio, o acompañarlos en los primeros pasos de un trabajo que se les ofrece.
e) Además de la orientación para la búsqueda de un trabajo y de la capacitación laboral, para algunos jóvenes la opción consiste en insertarse en los emprendimientos que se iniciaron enla Parroquiahace tiempo (como el taller de carpintería que ya existía). Esto permite conocer un oficio al tiempo que se adquieren competencias para la puesta en marcha de emprendimientos propios.
V. Otras actividades
De manera transversal a estas etapas, en el Centro se desarrollan acciones de difusión y de fortalecimiento institucional que enriquecen y alimentan las actividades realizadas.
a) Difusión: a partir de las visitas a las familias del barrio y del propio trabajo parroquial se difunde la posibilidad de acercarse al Centro. El hecho de vivir en el barrio, a los sacerdotes les permite detectar situaciones problemáticas que requieren de una contención social y espiritual que el Centro puede brindarles.
b) Gestión de recursos/comunicación: se realizan de campañas de difusión (medios de comunicación, Internet y otros espacios) para la obtención de recursos humanos y materiales que permitan sostener el Centro, y se puso en marcha un sistema de madrinazgo que permite contar con recursos de manera permanente, aunque el mismo es incipiente. Las nuevas redes de comunicación y de información constituyen una herramienta muy útil para la comunicación de las actividades y el involucramiento de nuevas personas, por lo que debemos seguir profundizando su utilización.
c) Formación: a través de cursos, seminarios y talleres los integrantes del Centro participan de instancias de capacitación o formación con el objeto de reflexionar sobre el modo de realización de de las actividades, conocer otras experiencias similares, planificar de manera conjunta con los mismos, y especialmente generar capacidades en la propia población del lugar para la realización de actividades de prevención, atención y promoción de los derechos de los niños y adolescentes.
d) Promoción de las redes locales: instancias de reunión y de capacitación con los referentes locales de cada una de las instituciones nacionales y locales que realizan actividades con las que articula el Centro, así como con las organizaciones sociales internas y externas al barrio con las que es necesario articular o que pueden aportar su experiencia para el desarrollo del Centro.
Localización del Centro Barrial P. Carlos Mugica
Actualmente las actividades del Centro se realizan en el predio dela Parroquia CristoObrero, conocida como Padre Mugica, dela Villa31, en el barrio de Retiro, y en el sector conocido como YPF-Comunicaciones. La dirección es Avda. Rafael Castillo y calle 14, en la bajada al puerto dela Autopista A.Illia.
Datos de contacto:
Dirección: Avda. Rafael Castillo y calle 14, en la bajada al puerto dela Autopista A.Illia
TE: 4116-4307 (Parroquia Cristo Obrero)
1541997620 (P. Eduardo Drabble)
Facebook: Hogar de Cristo (Sede P. Carlos Mugica)
e-mail: edudrabble@gmail.com
El Padre Pepe en contra de la despenalización