Centroafrica. De repente, un hombre bueno en la presidencia

Por En Clave De África

(JCR)
Aunque la República Centroafricana sigue arrastrando graves problemas que tardaran años en solucionarse, desde finales de marzo la situación política de este país va camino de estabilizarse dejando atrás tres años de crisis. Tras ganar las elecciones limpiamente, el nuevo presidente Faustin Archange Touadera tomo posesión de su cargo el pasado 30 de marzo. Tras varios años de ser un político bastante discreto, se ha convertido en un símbolo que despierta esperanza y entusiasmo entre la población, sobre todo por su estilo cercano y humilde, algo no muy frecuente en países africanos.

Touadera fue durante muchos años un profesor universitario de matemáticas, a quien sus alumnos de Bangui recuerdan como un hombre disciplinado y afable con sus estudiantes. Llego a ser rector de la Universidad de Bangui (la única del país). Durante la presidencia de Francis Bozize fue su primer ministro hasta 2013. Consciente de que su jefe acaparaba totalmente el poder y no permitía que nadie le hiciera sombra, guardo un perfil bastante bajo mientras se ocupó de poner en la administración todo el orden que pudo. Los funcionarios le recuerdan como el hombre que hizo obligatorio abrir cuentas bancarias para recibir los salarios que, por cierto, en aquellos años los agentes del estado y los pensionistas recibían con bastante regularidad. Cuando comenzó la ofensiva de los rebeldes de la Seleka, Bozize no tuvo más remedio que negociar con ellos y aceptar un nuevo primer ministro de las filas de la oposición, lo que obligo a Touadera a retirarse. Tras la toma del poder por parte de la Seleka, en marzo de 2013, se refugió con su familia en la sede de Naciones Unidas en Bangui, donde enfermo gravemente. Tras unas negociaciones de la jefa de la ONU ante el nuevo presidente, Michel Djotodia, que duraron meses, por fin pudo salir del país para someterse a tratamiento médico en Francia.

En 2014, el viejo profesor volvió a su país y a sus queridas aulas. Un año y medio después, Touadera cogió a todos por sorpresa presentándose a las elecciones. Su propio partido (el KNK, de Bozize) lo acuso de indisciplina y lo suspendió de militancia. Nadie le puso nunca como favorito. Contra todo pronóstico, quedo el segundo en la primera ronda de las elecciones (con un 20% de los votos), celebrada el 30 de diciembre del año pasado, tras Anicet Georges Dologuele, uno de los favoritos que gozaba del apoyo de las grandes fortunas de Bangui y de los poderosos presidentes de Congo-Brazzaville, Sassou Nguesso, y de Chad, Idriss Deby. Con pocos medios, Touadera logro atraer hacia si la ilusión de los centroafricanos que ansiaban salir de la crisis y vieron en el la oportunidad de un nuevo modelo de político honrado y cercano al pueblo. La mejor publicidad electoral se la hicieron los funcionarios, que repetían de boca en boca que “cuando Touadera era primer ministro, todos cobrábamos a final de mes”. Cuando se publicaron los resultados de la segunda vuelta, consiguió una cómoda victoria por un 63%. El proceso electoral, que todos vaticinaban que estaría plagado de violencia y desordenes, fue ejemplar y todo se desarrolló de forma pacífica. La gente voto con verdadera pasión, convencida de que tener un gobierno elegido democráticamente era la única vía de salida de la crisis.

Aun lleva poco tiempo en el poder y es pronto para saber si el nuevo presidente centroafricano responderá a las expectativas de sus sufridos electores. Pero de momento los pasos que él y su nuevo gobierno están dando van en la buena dirección. Es la primera vez en la historia de la República Centroafricana que el presidente -y todos los ministros- declaran sus bienes. También es la primera vez que se forma un gobierno en el que no hay ningún representante de grupos armados y en el que todos los ministros tienen un título universitario y un pasado bastante limpio. En los ministerios se insiste ahora en la puntualidad y la eficacia. En su primer reunion de gabinete, Touadera pidio a todos los ministros que antes de dos meses cada uno presente un plan global de cinco anos para su area de la administracion. Un detalle interesante: hace pocas semanas, el primer ministro, con una delegacion gubernamentel, viajo a Congo Brazzaville para asistir a la inauguracion de Sassou Nguesso. A la vuelta, el tesorero general no dio credito a sus ojos cuando vio que la delegacion devolvio todo el dinero que habia recibido para gastos de representacion. La razon? La presidencia de Congo corrio con todos los gastos de transporte y alejoamiento, por lo que los centroafricanos no se gastaron ni un franco.

Además, el nuevo presidente se ha convertido de la noche a la mañana en todo un referente moral, un líder carismático, un hombre que aglutina la ilusión de un pueblo que ha sufrido enormemente y quiere dejar atrás décadas de violencia y corrupción. Y no será porque es un gran orador ni mucho menos un líder populista, sino por sus gestos de sencillez y cercanía que están conquistando al pueblo. Para empezar, no ha querido entrar a la residencia del palacio presidencial y sigue viviendo en su sencilla casa del barrio de Boy Rabe, un lugar hasta hace poco azotado por la violencia de las milicias. Un oficial del contingente ruandés de la MINUSCA (la fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU en Centroáfrica, donde servidor de ustedes trabaja) me decía hace poco que al principio, el nuevo presidente les traía de cabeza porque al volver de la oficina de la presidencia insistía en salir a pie a pasear por el barrio y visitar a sus amigos, hasta que tuvieron que “leerle la cartilla” y hacerle entender que ya no podía comportarse como antes.

A diferencia de su antecesora, la presidenta Catherine Samba-Panza, que cortaba el tráfico y organizaba un convoy de más de catorce vehículos cada vez que se desplazaba, Touadera viaja con apenas dos coches de escoltas y se mete en medio del tráfico sin interrumpirlo. Nada más ser elegido presidente, el primer viernes de esa semana visito la mezquita central y el domingo siguiente acudió a dos iglesias, dando una fuerte señal de reconciliación en un país dividido por luchas entre cristianos y musulmanes. En su primer viaje al extranjero, la primera personalidad a la que visito fue el Papa Francisco, para agradecerle que viniera a Bangui a finales de noviembre del año pasado. El 14 de mayo, visito sin previo aviso dos campos de desplazados en Bangui. Cuando, el día antes, camino por las calles del barrio del Kilometro Cinco mientras acompañaba al presidente francés Francois Hollande, me impresiono ver cómo la gente gritaba de emoción ante quien ven como a alguien muy cercano a un salvador.

Me imagino que según pasen los meses, los problemas que Centroáfrica tiene ante si –el desarme de las milicias, la pobreza galopante, el millón largo de refugiados y desplazados internos, las violencias que no cesan…-seguirán golpeando y harán que la gente tal vez vaya perdiendo la primera ilusión de un líder al que ver poco menos que todopoderoso. Al poco tiempo de ser elegido, un periodista centroafricano que participaba en un debate televisivo en Francia, definió a su nuevo presidente de esta forma: “Cuando estábamos desesperados, Dios nos envió a un arcángel para anunciarnos la buena noticia” (el nombre de pila de Touadera es Archange!). Se que es típico de las sociedades oprimidas buscar a un salvador que lo arregle todo de un plumazo, esperanza que suele desvanecerse por lo general a los pocos meses. Pero mientras tanto, como muchos centroafricanos, rezo todos los días para que, por lo menos, el hombre bueno que se ha convertido en el presidente del país más pobre del mundo siga sin corromperse.