Es el álbum de la extraña portada verde que muchos creíamos monótona, porque el vinilo nacional sólo se mostraba vuelta y vuelta, dejando las bellas cascadas abismales de Roger Dean que adornaban la entretapa libradas a la pura imaginación de cada consumidor. Pero también es el álbum que estrenaba un logo hoy reconocido y ovacionado por multitudes.
El álbum perfecto. El álbum rotundo. El álbum de álbumes. El álbum que no tiene ni una semifusa fuera de lugar. El “antes” y “después” de Yes.
Cuarenta septiembres han pasado desde que este monumental hito del rock progresivo hizo su aparición. No fue el único, ni el primero, ni el último. Fue y será, simplemente, un coloso entre gigantes.
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